El discurso del Gobernador

El gobernador Cuitláhuac García Jiménez FOTO: PATY BARRADAS/FOTOVER
- en Opinión

Sergio González Levet / La Universidad Veracruzana tiene una Facultad de Teatro con maestros inmejorables en el galano arte de la actuación.

También tiene la Facultad de Derecho, en la que hay oradores que honran el arte de Demóstenes.

Por su parte, la Benemérita Escuela Normal Veracruzana Enrique c. Rébsamen posee maestros que son verdaderos especialistas en el arte de la declamación.

Cualquiera de ellos (o un grupo colegiado, si estuviera muy difícil encauzar debidamente al alumno) podría tomarse un tiempo para enseñar al Gobernador de Veracruz a hablar como la gente de razón, si me permiten que aplique al caso una expresión como ésta.

Los tartamudeos del ingeniero García Jiménez ante el micrófono y/o las cámaras, los largos y cansinos “Eeeeh” con que corona sus breves y menesterosos parlamentos, su balbuceante mensaje corporal, dejan la impresión de un pobre hombre y no la del gobernante de uno de los estados más importantes de la República, si no el que más.

Cuando se dirige a una audiencia, del tamaño y calidad que sea, Cuitla despierta la conmiseración. Sus titubeos físicos y lingüísticos al tratar de hilar alguna oración coherente son de dar lástima, de pena ajena.

Recuerdo una película de 2011 dirigida por Tom Hooper a partir del guion de David Seidler, El discurso del rey, que narra el hecho casi cierto históricamente de que el rey Jorge VI acudió a un reconocido fonoaudiólogo australiano, el maestro Lionel Logue, para que lo ayudara a vencer la tartamudez y sus deficiencias en el discurso hablado, con el fin de que pudiera emitir un mensaje fuerte y convincente a sus paisanos, el día que declaró públicamente la guerra a Alemania.

Imaginen a un rey trastabillante comparado con la impresionante presencia que tenía Adolf Hitler en cualquier estrado… pues eso pensaron Winston Churchill -recién nombrado Primer Ministro en ese momento- y su gabinete de guerra. Así que la capacitación del doctor Logue se volvió un asunto de Estado, y la coronación de sus esfuerzos, en toda una victoria para la corona británica.

La película relata precisamente la transformación del tartamudo rey Jorge (interpretado magistralmente por Colin Firth, quien ganó el Óscar) gracias a la ciencia de Lionel Logue (a quien le dio vida cinematográfica otro gran actor inglés, Geoffrey Rush).

Tal vez no estaría mal que nuestro gobernante viera o re-viera ese filme, para que se diera una animada ante su deficiencia al hablar en público. Bueno, o tal vez sería magnífico que la vieran los asesores o amigos de Cuitla, y lo animaran a contratar algún buen foniatra, o a los maestros de las escuelas veracruzanas que mencioné al principio.

Así, quedaríamos todos más contentos al ver que tenemos un gobernante con aplomo, con entereza, capaz de hilar un discurso coherente… y en una de ésas hasta creíble.

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