Las personas que querían disfrutar de alguna bebida embriagante tenían que hacer parecer como si fueran en busca de algún medicamento para sus mascotas. El establecimiento tenía un cuarto principal donde hacían parecer que en verdad era una tienda para mascotas, pero ya dentro había una puerta escondida por donde dejaban pasar a sus clientes para pedir bebidas embriagantes.
La puerta que daba acceso al bar era muy estrecha pero el bar estaba bien surtido de alcohol. Por haber burlado a las autoridades, los dueños del establecimiento fueron multados por haber burlado a las restricciones impuestas por el gobierno brasileño.