Sergio González Levet / Cuitláhuac fue el penúltimo tlatoani mexica, pues fue elegido por el consejo de ancianos a la muerte de Moctezuma Xocoyotzin de parte de los españoles.
Guerrero invicto, desde muy joven fue nombrado señor de Iztapalapa, como recompensa a sus victorias en muchas batallas para consolidar el imperio azteca.
Como hermano del emperador Moctezuma, tenía una presencia notable en la corte de Tenochtitlán, y su palabra era escuchada con respeto. Como tlatoani, era considerado por sus súbditos un soberano justo y amable.
Este Cuitláhuac encabezó desde un principio la corriente que estaba en contra de que se aceptara a los extranjeros españoles, los hombres blancos y barbados, como aliados y amigos.
Cuando Hernán Cortés apresó a Moctezuma y a su corte, el aguerrido noble también fue capturado, pero logró que lo liberaran gracias a que su hermano le pidió al capitán general que lo dejara ir, para que hablara con los mexicas que se estaban levantando en contra del emperador.
Lo primero que hizo Cuitláhuac fue ponerse al frente de quienes querían guerrear con los españoles, y con eso se generalizó la guerra de los mexicas contra los invasores extranjeros.
Fue el señor de Iztapalapa el que encabezó la toma del Palacio de Axayácatl, donde fue asesinado Moctezuma, y de donde salieron huyendo las tropas de Cortés y casi fueron ultimadas por los valientes guerreros indígenas, en lo que se llamó la noche triste.
Y fue el que ordenó y dirigió la fortificación de la gran ciudad mexica para enfrentar a los ejércitos invasores.
Sin embargo, la viruela lo mató a los 80 días de que había sido erigido como el huey tlatoani, y su sucesor fue Cuauhtémoc.
Pero Cuitláhuac no era Cuitláhuac. Su nombre real era Cuauhtláhuac, que significa águila sobre el agua. Lo que sucede es que la Malinche se había percatado de la fuerte influencia del príncipe azteca y de su intención de no dejar que los españoles se aposentaran en Tenochtitlán. Por eso no lo quería, como no quería en general a los mexicas, que le habían convertido de princesa en esclava.
He ahí por qué, cuando le dijeron su nombre, Cuauhtláhuac, ella lo cambió burlonamente por el de Cuitláhuac, y así lo recibieron los españoles… y así se quedó plasmada en la historia, que la escriben siempre los vencedores.
El cambio de cuauh -un nombre digno de un guerrero y un tlatoani, que significa águila- por cuitla era una broma bastante pesada de doña Marina.
El verbo náhuatl cuitlahuiā, significa “estar a cargo de algo” y su participio es cuitlahuac, “el que ha sido encargado de algo”, pero curiosamente ese verbo es una derivación metafórica de cuitla, que quiere decir ni más ni menos que “excremento”, y por eso la burla de la intérprete de Cortés.
Los conquistadores no se dieron por enterados de la broma macabra de Malinalli, y le siguieron diciendo Cuitláhuac hasta que el nombre se oficializó como tal.
Ahora, los contemporáneos que llevan ese nombre deben tener cuidado de que no se dirijan a ellos por el diminutivo Cuitla, porque ya saben lo que significa.
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