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El sumo sacerdote de la 4T sacrificará a Yeidckol Polevnsky para alejar el tufo de la corrupción en Morena

Cuando algo sucede, un accidente, un error, un trabajo no cumplido o la falta de honradez se hace presente en alguna agrupación y llega la hora de buscar responsabilidades, tenga por seguro que siempre será culpado el más débil, el que no cuenta con apoyo, el más nuevo o desconocido en un grupo. Este viene a ser viene a ser el fusible, el eslabón más débil de la cadena, la parte más delgada del hilo. Desde que Yeidckol Polevnsky perdió el control del partido y fue relevada de la presidencia de éste, sus enemigos políticos, entre ellos Alfonso Ramírez Cuéllar y Bertha Luján Uranga se le fueron con todo a la yugular.

Se sabe que el propio presidente de la República fue consultado por Santiago Nieto Castillo, titular de la poderosa Unidad de Inteligencia Financiera y que finalmente fue el que dio luz verde para proceder en contra de la que en tiempo anterior fue una de sus consentidas. Y es que, para mala suerte de Yeidckol Polevnsky, las elecciones que pudieron ser un mero trámite para que pudiera seguir como presidenta de Morena, fueron un verdadero chiquero de irregularidades, razón por la cual la autoridad suprema determinó que hubiera un comité ejecutivo de manera interina.

De manera que el CEN de Morena inició el 10 de junio una auditoría a la gestión de Polevnsky desde 2017, cuando llegó a la presidencia del partido, para aclarar la compra de inmuebles y pagos por 809 millones de pesos. En otras palabras, a la Polevnsky la agarraron en pleno vuelo y con las manos en la masa. Así que para curarse en salud y para mandar el mensaje de que en Morena aún respetan el credo de no mentir, no robar y no traicionar, el sumo sacerdote de la 4T determinó que Yeidckol Polevnsky sea sacrificada.

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