Ricardo Aguilar Gordillo / El tono del debate político nacional de los últimos días se torna preocupante porque se está estructurando a partir de descalificaciones que provocan y potencian posiciones extremistas que mucho daño hacen y han hecho en el pasado, dejando con ello a un lado los argumentos necesarios que permiten construir acuerdos, trascendentes en la coyuntura sanitaria, económica y social que estamos viviendo.
La disyuntiva no es si se está a favor o en contra de una posición política, tampoco de seguir en una tormenta de calificativos, que solo desalientan los ánimos, más bien lo que es urgente es centrar la discusión en ideas que se traduzcan en acciones que atiendan con eficiencia y sensibilidad los problemas más acuciantes que históricamente hemos padecido los mexicanos.
En ese tenor, sugiero deshacernos de ideas políticas preconcebidas que nos lleven a estadios de lo ya conocido que nos estigmatizan, sino que apelen a la pluralidad de ideas, al contraste de pensamientos y al respeto a la diversidad.
En su obra, Anthony Guiddens propuso una Tercera Vía para que el Estado, como lo conocemos, pudiera transitar en el pináculo de la globalización económica y comercial, evolucionando y haciendo viables en el mundo contemporáneo los buenos valores de la social democracia, rebasada por la intensa dinámica de la globalización y el mercado. Esa tercera vía no es otra que un Progresismo Liberal, con profundas raíces en la sociedad, esa sociedad de ciudadanos conscientes y participativos, no de movimientos y estructuras.
Ese progresismo político y económico que se puso en la mesa de discusión global a manera de concepto, se construye teniendo como base fundamental esas libertades individuales y el reconocimiento a los derechos civiles así como una convivencia social basada en el diálogo y la tolerancia de los que hablo.
Con esas herramientas será posible poder centrar nuestro debate y decisiones en las mejores rutas posibles para lograr una cohesión social que nos lleve a mejores oportunidades económicas, a luchar contra la inequidad y a disminuir drásticamente las diferencias socioeconómicas.
Es momento de asumir nuevas rutas que promuevan el debate constructivo para distinguir entre lo que aporta políticamente, y lo que nos divide y polariza.
Elevar nuestra mirada, y situarnos en nuestro debido contexto es urgente pues nos genera nuevos aprendizajes. En estos momentos de crisis que redefinen el devenir de sociedades y del mundo tal cual, es indispensable retomar la política como el instrumento más acabado para levantar consensos, se trata pues de que juntos construyamos el futuro.
Después de décadas de políticas neoliberales y gobiernos de miradas arcaicas, hoy de lo que se trata es de cómo seguimos construyendo, cómo interpretamos la modernidad y garantizamos la transformación de México para consolidar la calidad de nuestra democracia.
Hoy más que nunca, México lo requiere.
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