Alberto Calderón P.* / Para muchos humanos este acontecimiento extraordinario despertó diversas formas de ver el mundo en el futuro cercano, dentro de las paredes protectoras del hogar pensamos las múltiples realidades y nos pasan por la mente.
Nos vemos en el principio del fin para la humanidad, pero ¡alto! No es así. Los miedos rondan nuestro entorno pero tenemos que hacer algo con esto, no desafiar a la enfermedad causada por el coronavirus pero sí superar nuestros temores.
¡Quédate en casa!, ¡Quédate en casa! repetido hasta el cansancio hizo que nuestros miedos por lo que hay afuera crecieran. Vemos en el piso al microscópico virus, en las paredes, los autos, el metal, en toda la calle, pero sobre todo los vemos en las personas, en mi vecino, en el señor de la tienda de la esquina, en la persona que atraviesa la calle y nos decimos, estamos bien, seguimos resguardados, tenemos comida ( es una pena que no todos tengan esas oportunidades), al principio eran como unas vacaciones, acostumbrados al movimiento permanente durante la etapa de vigía, hicimos un alto casi total, nos resguardamos unos solos, otros acompañados con sus familiares más cercanos, los privilegiados en espacios amplios, la mayoría confinados a superficies insuficientes para albergarlos durante periodos largos. Pensamos que protegiéndonos protegemos a los demás. Pero después los demás los veíamos como un riesgo a nosotros.
Vemos en las noticias la clara alteración de las cadenas productivas que a partir de este mes vuelven a moverse de forma gradual, mientras pasa desapercibido ante nuestros ojos el resurgimiento del nacionalismo en todos los sentidos, muchos países sufrirán más que otros en la recuperación de la economía, algunos otros ven un mundo donde varias regiones se unan estratégicamente para afrontar los problemas. Es posible que esa humanidad, y solidaridad entre la gente sea el que extienda el brazo por sus semejantes y no los gobiernos que pretenden preservarse en el poder como el caso nuestro. Ya hemos mencionado los beneficios que trajo consigo la pandemia a el restablecimiento de la naturaleza, un ejemplo de ello fue la mejora en el aire que respiramos, en la limpieza de los ríos y mares. Ahora regresa con pompa y felicidad el ambientalismo oscuro, inconsciente de los gobiernos que siguen apostando por energías fósiles.
La pandemia puso en evidencia los niveles de ignorancia de la población, algo que es alarmante, grandes sectores que debido a su falta de conocimientos son presa fácil de líderes que con una facilidad dan por hecho que no existe la pandemia, que la sanitización es para provocar muerte, esto lo vemos sorprendidos, incluso desconcertados y los gobiernos pasivos, incompetentes, solo haciendo acto de presencia de forma disuasiva, sin explicar claramente a la población. No tenemos programas de concientización, de reflexión. Parece que a los gobernantes les interesa que las poblaciones sigan ignorantes, mientras los políticos juegan un doble discurso. Da la impresión de estar viviendo mundos paralelos
donde el gobierno ve una realidad, la población informada otra y una gran parte del pueblo se mueve a la deriva sin saber con claridad que es lo correcto. Observamos con anhelo la vida de países organizados afrontando con certeza este momento, principalmente los gobernados por las mujeres, los 12 países que mejor han controlado la plaga están regidos por una autoridad máxima del sexo femenino. La ciudad, el país, y mis gobernantes, toda la población se encuentra agazapada ahora y creo que cuando la vacuna nos proteja el mundo seguirá siendo igual que antes, la reflexión para un mundo mejor tristemente se olvidará.
*Miembro de la Red Veracruzana de Comunicadores (REVECO).
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