Dice el libro bíblico de Santiago: «Con cuanto pequeño fuego se incendia un bosque». Esto es lo que pasó en los Estados Unidos, donde un solo hombre, un policía racista, asesinó a un hombre afroamericano. Con la excusa de arrestar a George Floyd, un hombre afroamericano de 46 años, padre de dos hijas, de 6 y 22 años, el agente Derek Chauvin aplastó su cuello con la rodilla y a pesar de las súplicas de Floyd quien le dijo «No puedo respirar», Derek Chauvin no aflojó el castigo provocando la muerte de George Floyd.
Todo quedó grabado, todos en Minnesota se dieron cuenta de la manera como un policía blanco trata a un ciudadano negro. Las protestas no se hicieron esperar. A pesar de la pandemia del coronavirus, en más de 30 ciudades de la Unión Americana se han reportado protestas; algunas demasiado violentas, algunas con saqueos y ya hay muertos.
Las protestas llegaron hasta la Casa Blanca, en Washington, donde los manifestantes estuvieron a punto de saltar las vallas de seguridad. ¿Cuál fue la respuesta del presidente Donald Trump?: «Si lo hubieran hecho, habrían sido recibidos con los perros más crueles y las armas más siniestras que he visto nunca». Un policía blanco racista, en una nación de un presidente torpe e insensible.
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