Bernardo Gutiérrez Parra / A finales de febrero, cuando el Covid-19 llegó a nuestro país, el presidente López Obrador dijo: “Estamos preparados para enfrentar esta situación del coronavirus. Tenemos los médicos, los especialistas, los hospitales, la capacidad para hacerle frente al coronavirus. En la medida en que se vaya presentando vamos a atender los casos”.
La única verdad en esa parrafada fue “tenemos los médicos, los especialistas” lo demás resultó una cínica falacia.
Desde finales de enero los médicos comenzaron a pedir insumos para hacer frente a lo que se venía, pero no les hicieron caso.
Y hasta la fecha…
Es un crimen que a tres meses de esa declaración y cuando el número de contagios es de 74 mil 560 y han muerto 8 mil 134 pacientes, aún les sigan regateando esos insumos.
Vergüenza debiera darle al gobierno, principiando por su Comandante Supremo, que desde entonces doctoras, médicos, enfermeras y camilleros siguen exigiendo mejores condiciones sanitarias para ejercer su labor.
Pero en este gobierno no se conoce la vergüenza. Se piensa que el coronavirus debe combatirse con denuestos y descalificaciones; con liberales contra conservadores, con pobres buenos contra ricos malos y con ahorro, mucho mucho mucho ahorro.
Hay enojo, frustración y agotamiento entre quienes arriesgan sus vidas para salvar la de otros; hay caos y desgobierno en los hospitales y hay impotencia en los familiares de los enfermos. Y en medio de todo ese desgarriate López Obrador dijo sin el menor rubor “ya vamos de salida”.
El pasado domingo hubo 2 mil 764 nuevos casos de coronavirus y este lunes se reportaron 2 mil 485. Es decir, 279 menos que el día anterior. Para quienes pensamos que la curva comenzaría a aplanarse el sueño no duró ni 24 horas; este martes la realidad nos mandó a la cama con 3 mil 455 nuevos casos.
Hoy tenemos 89 por ciento más casos que los pronosticados como pico de la pandemia. Entonces, ¿por dónde “ya vamos de salida” señor presidente?
Apenas comenzó la semana personal del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias tomó la calle en protesta por falta de equipo (es decir, por lo mismo de siempre) y porque los obligan a reutilizar equipos de protección que deberían incinerarse. Además, personal de clínicas y hospitales están convocando a una mega movilización para el 1 de julio en protesta por lo mismo: por el abandono de las autoridades.
Lo más fácil para el gobierno federal sería atender sus necesidades, pero lo más seguro es que apreste a sus hackers para descalificarlos y tundirlos. Como lo hizo con los padres de los niños con cáncer que una vez más (ahora mediante una videoconferencia), protestaron por la falta de medicamentos para sus pequeños y fueron hackeados por esbirros mal nacidos que los ofendieron con vileza.
El próximo lunes comenzará la “nueva normalidad” con una curva que está más cerca de las nubes que cerca de aplanarse. Los 32 estados se regirán por semáforos (rojo, naranja, amarillo y verde) operados desde la Secretaría de Gobernación, pero nadie sabe quién y con qué criterios los operará.
En la paranoia total y para que las mujeres maltratadas vean que el gobierno se preocupa por ellas, fue lanzada la campaña “Cuenta hasta 10”, hecha con las patas y que en nada inhibe a los agresores.
Por donde se mire las acciones de gobierno son un desastre. El coronavirus le echó a perder su 4T a López Obrador y lo exhibió en su incapacidad para resolver los problemas de esta nación.
¿Qué responderá cuando pase la pandemia y México sea calificado como el país que menos hizo por el personal de sus clínicas y hospitales? ¿A quién le va a echar la culpa si por desgracia comienzan a morir los niños con cáncer? ¿Qué les dirá a las mujeres maltratadas cuando salgan de su cautiverio? ¿Qué a las familias de las diez que a diario son asesinadas?
Como titular del Ejecutivo y responsable de la casa llamada México, debería ir preparando las respuestas. O al menos las excusas y la repartición de culpas a las que es tan afecto porque las va a necesitar… Vaya que las va a necesitar.
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