Alma Delia era empleada del Instituto Mexicano del Seguro Social, tenía 45 años cuando perdió la vida, sus últimos días se la pasó internada en el Hospital General de Zona 36 de Coatzacoalcos. Alma trabajaba como asistente de la clínica donde falleciera. Su hijo, quien trabaja en ese mismo hospital como enfermero, señaló que su madre de repente un día empezó a sentir mucha temperatura y dolor de cuerpo. El día cinco de mayo hospitalizaron a Alma porque sus síntomas eran incontrolables. Después de unos días internada, Alma mandó a llamar a su hijo. Ella quería decirle algo personal al oído.
El joven pidió permiso para poder ver a su madre, los doctores le dieron el permiso de verla de cerca, pero bajo muchos cuidados y con un traje especial para proteger la salud del joven. Cuando el joven llegó a la camilla donde estaba su madre, ella empezó a llorar. Alma Delia sabía que tal vez estas serían las últimas palabras que iban a tener ambos. El joven se acercó a su madre y ella en voz baja pidió que le dijera a sus papás y a sus hermanos que no había sufrido mientras estaba internada.
El joven cuenta que después de esas palabras abrazó a su madre hasta que se durmió. Dos horas después de ver a su madre, Alma Delia fue declarada muerta, formando parte de los cuatro trabajadores de esa clínica que han muerto por la epidemia. Cuando los familiares de Alma Delia llegaron al hospital el hijo les dijo que ella no había sufrido mucho, que antes de morir le dijo que los quería mucho a todos.
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