Dos días después de su desaparición, el 7 de mayo, encontraron su cuerpo torturado y con signos de violencia en el municipio de Tecámac, Estado de México. El cuerpo presentaba múltiples golpes, dos heridas de arma blanca y huellas de asfixia. Nicolás salía a trabajar todos los días, arriesgaba su salud al andar caminando en medio de la pandemia, pero lo hacía por llevarle dinero a su abuelita.
Cuando su abuelita se enteró de lo que le había ocurrido a su nieto dijo unas cuantas palabras y no pudo seguir con la entrevista. “Tantos sueños truncados por alguna persona que solo tenía mierda en la cabeza. Era un niño con muchos sueños que cumplir. Descanse en paz mi nieto”. Hasta el momento no han dado con la persona que asesinó de esa manera al niño Nicolás. Esto nos enseña que en estos tiempos de coronavirus también ocurren otras terribles circunstancias las cuales merecen un poco de atención.