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La Cuarta Transformación de AMLO, de ser la esperanza de México, a una gran decepción nacional

Andrés Manuel López Obrador FOTO: WEB

Una de las escenas más admirada de la película El Gladiador es cuando el general romano Máximo Décimo Meridio le perdona la vida a Cómodo en el Coliseo Romano. En ese momento las multitudes frenéticas le comienzan a gritar: «Máximo el misericordioso». El día en que Andrés Manuel López Obrador se alzó con la victoria contundente sobre sus adversarios, de su boca salieron las siguientes palabras: «Llamaremos a todos los mexicanos a la reconciliación y a poner por encima de los intereses personales, por legítimos que sean, el interés general». Hoy, a más de año y medio de gobierno, su discurso es excluyente y en ocasiones visceral y belicoso.

A los medios que no comulgan con él, no los baja de chayoteros o de prensa fifí, a los empresarios que no están de acuerdo a sus ideas, son identificados como conservadores. Sus misiles no sólo tienen objetivos nacionales, también enfocó su objetivo contra el Banco Interamericano, ya que no le gustan “los moditos” de éste. Es cierto que ha habido intentos de hacer bien las cosas, como el ataque a la corrupción, sin embargo, lesiona mucho la credibilidad de la Cuarta Transformación cuando vemos cómo se le consiente a Salinas Pliego en el pago de sus impuestos o como se le da a manos llenas los contratos sin licitar al hijo de Manuel Bartlett.

Además, no es un secreto que los gobernadores emanados de Morena en sus respectivos estados, les crecieron las uñas, nada más tomaron el poder. Ahí están los casos de Morelos y Veracruz, donde los Ejecutivos estatales se están hinchando de dinero. Esa es la famosa Cuarta Transformación.