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Héroes de la pandemia

Sergio González Levet / Yo, señoras y señores, tuve la inmensa fortuna de ser hijo de un médico de verdad, el doctor Camilo González, que 30 años después de su fallecimiento sigue siendo recordado en Misantla como un legendario luchador contra la muerte y contra las penas de la miseria.

Baste decir que él solo y durante 50 años mantuvo la salud del pueblo en vilo con sus manos sanadoras, con su voz que irradiaba confianza y confortaba, y con sus remedios siempre atinados para salvar vidas.

Esto lo digo porque siempre me ha dado un gran orgullo decirlo, pero también porque me permite afirmar con el pelo en la mano que conocí en vivo el trabajo de alguien que tomó la vocación de curar a los demás, de asistirlos, de hacerles menos penosa la enfermedad.

Sé, porque lo viví, que los trabajadores de la salud tienen que dejar todo cuando hay alguien que los necesita. Conozco el tamaño y las reclamaciones de la urgencia. Los miembros de su familia son siempre los sacrificados porque el tiempo exige todo cuando hay alguien grave.

Para ellos no hay sueño continuado, ni fiesta que se pueda disfrutar por completo. Cuando mejor están, cuando mejor se sienten entre sus seres queridos, una bacteria o un virus se entrometen y tienen que dejarlos para ir a cuidar al paciente.

Y así como dejan la compañía de sus hijos y sus cónyuges, los médicos y las enfermeras antes y ahora también las médicas y los enfermeros arriesgan el contagio y con ello la vida.

Participan también del dolor de las familias, porque muchas veces se les nota preocupados, el rostro ensombrecido porque hay alguien que está muriendo y quieren hacer todo lo posible por salvarlo.

“Cuando un paciente fallece,” me decía el doctor Camilo, “siento que perdí una batalla más contra la muerte, hijo. Y todos terminan muriendo, es cierto, pero prolongar la vida es una forma de ganarle batallas a la maldita”.

Loor y respeto a esos seres que dedican su vida a sanar el dolor y la enfermedad. Un gran reconocimiento a quienes están arriesgando la vida, y encima ponen en peligro de contagio a sus seres queridos. Una oración por quienes han caído en la lucha contra el Covid-19.

No han faltado espíritus mezquinos que en varias partes de México, aunque no en Veracruz, han insultado la abnegación de las enfermeras, el valor de los doctores, y les han señalado en la calle como portadores del virus, pidiendo que se alejen.

En España, todos los días a las 8 de la noche la gente sale de la cuarentena a sus balcones para aplaudir a los héroes de la salud.

En México debiéramos hacerlo a cada rato, porque son mexicanas y mexicanos que muestran lo mejor del espíritu de nuestro pueblo, y representan la quintaesencia de la raza.

Gracias a todas, gracias a todos.

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