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Tras CoVid19 la pandemia de la violencia

Carlos Jesús Rodríguez Rodríguez / COMO SI fuera un hecho trascendente que beneficiara a los mexicanos en estos momentos de angustia por la Pandemia del Coronavirus, el Presidente Andrés Manuel López Obrador –que cada mañana da clases de historia, decencia, planeación y hasta de literatura en Palacio Nacional, entreteniendo a una pléyade de aplaudidores que ya se sienten parte del staff presidencial-, informó que el avión presidencial “José María Morelos y Pavón” -una aeronave Boeing 787-8 matrícula XC-MEX equipada con diversas instalaciones ejecutivas adquirido por Felipe Calderón Hinojosa para el sucesor Enrique Peña Nieto-, regresaría a México a finales del mes en curso, y que cuando sea prudente hará un recorrido por la aeronave e invitará a los representantes de los medios de comunicación para que la conozcan. El afamado avión cuyo primer vuelo inaugural fue el 10 de Febrero de 2016, en un viaje a Hermosillo, Sonora para conmemorar el día de la Fuerza Aérea Mexicana, es ahora parte de una rifa sin avión, cuando en estos momento de crisis debió ser acondicionado y usado para traer de China o de otras naciones los insumos necesarios a fin de contrarrestar la Pandemia de CoVid19. Sin embargo, el anuncio presidencial de que vuelve el “José María Morelos y Pavón” y con ello las cortinas de humo o cajas chinas puso locos de contento a los “reporteros” que a diario festinan las ocurrencias de López Obrador, porque tendrán la oportunidad de subirse a la súper aeronave luego de que en tiempos de Peña Nieto no formaron parte de esa selecta comitiva que acompaña al mandatario, y uno se pregunta: Qué importancia tiene que regrese o no el avión presidencial que solo engendra gastos al Gobierno y, por ende a los mexicanos, cuando ningún uso positivo se le da y, si en cambio, hay que pagar millonadas por su conservación ya que el propio López Obrador reconoció que el costo del mantenimiento, preservación y resguardo de la aeronave mientras permaneció en Estados Unidos fue de 30 millones de pesos, y por ello planteó que una opción para la venta era rifarlo mediante 6 millones de “cachitos” de Lotería Nacional que tendrán un precio de 500 pesos cada uno. A 100 ganadores se les daría un premio de 20 millones y no el avión, ya que este se seguiría vendiendo y, mientras tanto, generando gastos, recursos que ahora necesitan urgentemente un sinfín de hospitales.

Y ES que debido a la política de austeridad del gobierno Federal, el Boeing 787-87 salió de territorio nacional el 3 de Diciembre de 2018 para buscar un comprador que nunca se animó, muy a pesar de que López Obrador volvió a embaucar a los mexicanos argumentando que ya tenía contactados a varios. Fue en Enero de este año, tras no conseguir comprador que se decidió que el avión regresara a México, lo que finalmente sucederá a finales de mes en lo que constituye un rotundo fracaso en su intensión de venta, de tal suerte que cuando eso ocurra podría ya estar devaluado. Es bueno recordar que el avión TP01 (Transporte presidencial número uno) se adquirió en 2012 por el Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos (Banobras), y tuvo un costo de 218.7 millones de dólares, adquiriéndose en un esquema de arrendamiento a 15 años con Boeing como sucede con los autos de agencia que usted renta para, finalmente, quedarse con él o darlo de enganche para uno nuevo pasado cierto tiempo. Lo grave es que para finales de este año aún se adeudarán 5 mil 399 millones de pesos, cifra calculada con un tipo de cambio de 18.80 pesos por dólar, aunque si se toma en cuenta la devaluación y el dólar en casi 24 pesos, la cifra se dispara.

EL BOEING 787 Dreamliner, TP01 tiene una capacidad de 80 pasajeros, algo así como 5 mil 600 kilos, lo que sería un vehículo ideal en tiempos de crisis para traer respiradores artificiales y medicamentos de China. Rusia o Estados Unidos, pero también para llevar ayuda a naciones en grave crisis financiera, y hasta incluso, pasada la Pandemia podría convertirse en una unidad de auxilio internacional que respalde acciones de la Organización de las Naciones Unidas.

PORQUE ESPERARSE a que Petróleos Mexicanos levante el vuelo sí que es un sueño guajiro, aun cuando se construya la refinería de Dos Bocas en Paraíso, Tabasco. Y es que el petróleo mexicano registró este lunes su peor caída intradía (consistente en la negociación de instrumentos financieros, incluyendo su compra y venta) en la historia, al desplomarse por debajo de los 11 dólares por barril en Nueva York, a medida que los inventarios se disparan debido al desajuste de oferta y demanda creado por el coronavirus. A las 9:52 horas de la Ciudad de México, el West Texas Intermediate (WTI) registraba una baja de 40.01 por ciento, a 10.96 dólares por barril. El Brent cae 5.66 por ciento, a 26.49 dólares por barril, y si bien una parte importante de la recesión se debe a que el contrato de futuros de Mayo expira el martes, el colapso refleja un exceso de petróleo de rápido crecimiento y la acumulación de existencias rápidamente en Cushing, Oklahoma, el centro de precios estadounidense. No en vano la Organización de Países Exportadores de Petróleo pidió a México una baja en su producción que no acató, pero en cambio solicitó apoyo a Estados Unidos para que lo hiciera en su nombre, algo que saldrá muy caro al territorio nacional llegado el momento.

SI A lo anterior se agrega la baja en las notas crediticias de México y Pemex por parte de las principales calificadoras del mundo, no dude usted que en breve los administradores de fondos de inversión modificarán sus portafolios, lo que implicará salidas de capital de los bonos de la petrolera y un mayor costo de financiamiento para la empresa y para la deuda del gobierno. Moody’s recortó la nota soberana en un nivel, a ‘Baa1’, desde ‘A3’, y la calificación crediticia de la petrolera en dos escalones, de ‘Baa3’ a ‘Ba2’, con lo que se ubicó por debajo del grado de inversión, y con esa medida las tres grandes agencias tienen a Pemex en grado especulativo, y los analistas esperan que varios fondos de inversión vendan los bonos que por ahora poseen de la empresa, por lo que la firma productiva del Estado enfrentará un escenario adverso, que incluirá acceso más caro para refinanciar su deuda y mayor capital para lograr el cumplimiento de sus metas.

POR SI fuera poco, AMLO se ha negado al rescate de las empresas que generan empleos en el País, situación que se reflejará en una desocupación sin precedente en los días por venir pero, sobre todo, en una explosión de la delincuencia cuando muchas personas salgan a ofertar finalmente sus productos pero la gente no tenga dinero para adquirirlo. Es claro, por lo tanto, que tras la Pandemia del Coronavirus por no prever lo social y económico vendrá el cáncer de la inseguridad y una calamidad llamada violencia que todo lo altera cual si fuera la peor de las pestes. Al tiempo. OPINA carjesus30@hotmail.com

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