Es decir, estas financieras llenaban los pasillos de las oficinas de la SEV, o esperaban a los maestros a la salida, ofreciendo préstamos inmediatos que iban desde los 10 mil pesos y hasta más de 200 mil pesos; los pagos, junto con los intereses, se descontaban, gracias a Clemente Landa, vía nómina. Con lo que no contaban los maestros que contrataban esos préstamos es que esas financieras tenían licencia para robar. Por ejemplo, un préstamo de 15 mil pesos se pagaba en 72 quincenas, con descuentos de 880 pesos vía nómina.
Al final el trabajador terminaba pagando 63 mil 360 pesos, es decir, hasta cuatro veces la deuda. Por supuesto, para obtener un “número de descuento vía nómina” una financiera debía tratar con Clemente Landa, a quien le llegaban los obsequios como si fuera un maharajá, obsequios que no compartía con nadie, él era el jefe; eso sin contar con las mochadas. Por cierto, nos dicen que quien es la mano derecha que operaba todo esto era una tal Flor García, a quien también habría que investigar.