Bernardo Gutiérrez Parra / Mientras en países donde está pegando el coronavirus la cifra negra de delitos ha bajado exponencialmente, en el nuestro las cosas siguen igual o peor. Marzo ha sido el mes más violento de la administración de AMLO con 2 mil 585 homicidios dolosos. Es decir, 83 cada día en promedio. Y abril va para convertirse en un mes aún más violento.
En los primeros ocho días de este mes se cometieron en Veracruz 30 ejecuciones entre asesinatos, decapitaciones, infanticidios y feminicidios. Es decir, más de tres homicidios diarios en promedio; crímenes de los que ya no hablan las autoridades pero sí los medios de comunicación que llevan un puntual registro.
En Papantla, por poner un tétrico ejemplo, el 3 de abril fueron asesinados cinco integrantes de una familia, entre ellos dos menores de edad. Y ayer miércoles acribillaron a cuatro personas más, una de las víctimas era mujer.
Los robos se han triplicado, los secuestros no bajan y las decapitaciones continúan. Al menos hay registro de dos en ocho días.
Y todo en medio de una mortal pandemia que tenía ayer a Veracruz con 49 casos confirmados, 481 sospechosos y tres defunciones.
Mal me está en decirlo porque fueron una pesadilla para para la entidad (lo que nadie pone en duda), pero en tiempos de Duarte y Yunes Linares había mejor asistencia médica y menos inseguridad. Y mira lector que en esos años se recrudeció la violencia. Aunque nunca como en estos 16 meses en que la delincuencia de plano le pisó la sombra al gobierno estatal.
Si Veracruz tuviera un gobierno que se partiera el alma por la seguridad de sus gobernados y se preocupara porque los médicos y enfermeras que están arriesgando sus vidas para que otros salven las suyas, tuvieran los insumos necesarios para realizar su labor, quizá otro gallo cantaría.
No puede ser que en ocho días hayan ocurrido 30 homicidios dolosos y las autoridades judiciales como si nada. No puede ser que médicos y enfermeras de todos los hospitales de Veracruz tengan que mendingar como pordioseros un tapabocas, una bata o un poco de gel antibacterial y aun así se les regatee.
No puede ser que miles de veracruzanos entre boleros, chicleros, billeteros, meseros, eloteros, neveros, mecánicos, lavacoches, barrenderos y decenas de oficios donde se vive al día, estén a punto o hayan perdido su chamba por el coronavirus y no se les brinde el mínimo apoyo.
Pero lo que menos puede ser es que Veracruz tenga un gobierno con tan poca sensibilidad humana y social.
No puede ser que ocho de cada diez veracruzanos no le tengan confianza a su gobernador y este siga en su puesto junto con su indolente equipo de la 4T.
De veras, nada de eso puede ser… pero es.
Para hacer de Veracruz uno de los estados más inseguros del país, con una crisis social, económica y sanitaria como nunca en su historia. Pero sobre todo, para hacerse guajes en sus puestos mientras la entidad se hunde, ¿para eso querían llegar al poder?
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