Pero a la clase media, nada, a los grandes empresarios algún incentivo fiscal, nada. Es como lo señala Salvador García Soto en su columna de El Universal: «Es López Obrador salvando sólo a sus más fieles, mientras al resto de los mexicanos, que son mayoría, les grita desde arriba, en un arca por cierto construida con el dinero de todos: ‘Sálvense solos y háganle como puedan’».
El presidente perdió una gran oportunidad, la oportunidad de hacer a un lado sus rencores, de domesticar su ego y dar un giro sustancial a su discurso. Se equivocó cuando minimizó los estragos del coronavirus (hay que seguirse abrazando, no pasa nada; sigan llevando a la familia a los restaurantes, no pasa nada), y ahora se sigue equivocando, minimizándose él como presidente.