Por eso, ese día en la explanada del Monumento a la Revolución dijo: «Yo veo un México de comunidades indígenas, que no pueden esperar más a las exigencias de justicia, de dignidad y de progreso; de comunidades indígenas que tienen la gran fortaleza de su cohesión, de su cultura y de que están dispuestas a creer, a participar, a construir nuevos horizontes. Yo veo un México de campesinos que aún no tienen las respuestas que merecen. He visto un campo empobrecido, endeudado, pero también he visto un campo con capacidad de reaccionar, de rendir frutos si se establecen y se arraigan los incentivos adecuados».
Ese discurso marcó su destino. El 23 de marzo en Lomas Taurinas, en Tijuana, Mario Aburto lo asesinó, aunque todo México conoce el nombre del verdadero asesino. Hoy se cumplen 26 años de la muerte de Luis Donaldo Colosio. ¿Quién se acordó de él? Ni los priistas.