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En el escenario de la peor de las catástrofes

Bernardo Gutiérrez Parra / Este martes se dieron a conocer los primeros dos casos de Covid-19 en Veracruz; una mujer de 22 años y un hombre de 24. Y a partir de ese momento y ante la inamovilidad de las autoridades estatales, nada como encomendarnos al santo de nuestra devoción si tomamos como base que en una semana el número de infectados en el País se fue a las nubes. El miércoles 11 se dieron a conocer los primeros siete casos y para ayer miércoles 18 el número aumentó a 118.

Al margen de la parsimonia del gobierno federal que insiste en que la enfermedad se va a curar con honestidad y amuletos, en Tamaulipas se ordenó el cierre de la playa Miramar, una de las más emblemáticas de ese estado. En Nuevo León donde hay 19 casos confirmados, las calles de Monterrey y San Pedro Garza García lucen desiertas; en Jalisco fueron cerrados bares y escuelas, en Yucatán las escuelas y casinos y en la Ciudad de México sus calles, restaurantes, bares, cines y teatros lucen casi vacíos.

¿Y en Veracruz?

Aquí las cosas se siguen tomando con calma. El inútil y bueno para nada secretario de Salud, Roberto Ramos Alor, sigue con las medidas básicas de prevención y recomendó marcar el número 800 012 34 56 “mediante el cual un equipo especializado estudiará los reportes y dictaminará si hay o no un posible contagio”.

Pero el tipo anda perdido, ese número nunca funcionó y tiene tres días que fue cambiado por el 5 15 15, que aunque es del gobierno de la Ciudad de México, sirve para que tu o yo lector, nos comuniquemos si sospechamos que somos portadores del virus.

El Gobernador Cuitláhuac García por su parte, salió más fregón que bonito. Cuando le preguntaron si se cerrarán las playas de Veracruz le echó la bronca a los alcaldes ya que serán ellos –dijo- los que podrán restringir el paso si “lo consideran necesario”.

“La consecuencia hay que saberla medir”, indicó al manifestar que cada munícipe sabe cuántas personas llegan a sus playas, por lo que deberán aplicar “medidas con consciencia” y serán ellos quienes tomen la decisión porque “tienen el pulso”.

“Los Alcaldes son responsables, ellos saben. Cerrar ahorita una playa, tomar esa decisión, la consecuencia hay que saberla medir porque ya nos han dicho los especialistas que se va a tomar una medida que puede resultar peor, ese es el problema cuando se actúa sin consultar a los especialistas para tomar esa decisión” dijo Cuitláhuac con la claridad verbal que le caracteriza, pero quienes le conocen el modito de hablar supieron que el mensaje fue dirigido a la alcaldesa de Tamiahua Citlali Medellín Careaga.

Y es que Citlali no se anduvo por las ramas y ordenó cerrar las playas de su municipio. Pero fue más allá al anunciar la suspensión de fiestas patronales, carreras de caballos, eventos deportivos, talleres educativos, misas y eventos religiosos masivos; además de 15 años, fiestas infantiles, bodas y toda actividad donde haya concurrencia o aglomeración de personas.

En su cuenta de Twitter escribió: “Acceso a la playa bloqueado. Les pedimos de la manera más atenta seguir estas recomendaciones y respetar las restricciones por la seguridad de todos. Es una emergencia sanitaria, el Covid-19 está en nuestro País y lo mejor es quedarse en casa”.

Si de responsabilidad se trata, Medellín Careaga hizo lo pertinente, a pesar del costo económico que esta decisión tendrá en su municipio que vive principalmente del turismo de Semana Santa.

¿Cuántos alcaldes harán lo que hizo Citlali? Y lo que será un crimen ¿cuántos dejarán de hacerlo?

No deja de ser paradójico, pero sobre todo irresponsable, que Cuitláhuac haya mandado este martes al titular de Educación, Zenyazen Escobar, a decirle a los alcaldes que el único con autoridad para suspender clases en Veracruz es el señor Gobernador, y sea el propio Cuitláhuac quien se esté echando para atrás a la hora de cerrar las playas cuando esa obligación también es de él.

Según López Obrador “El escudo protector (contra el coronavirus) es la honestidad. Eso es lo que protege; el no permitir la corrupción”.

No sé qué tenga que ver la honestidad con una enfermedad que ha matado a 8 mil seres humanos en el mundo (honestos y corruptos) y ha infectado a 215 mil en 165 países.

Si nos basamos en esa premisa, el Covid-19 le va a pelar los dientes a Veracruz porque tenemos un gobernador honesto (dicho también por AMLO). Y quizá en efecto lo sea, pero también es un irresponsable. Como irresponsables son la caterva de sujetos y sujetas que componen su equipo de gobierno.

Y esta irresponsabilidad puede llevar a Veracruz a sufrir la peor catástrofe sanitaria de su historia.

PD.

Un lector me hizo ver que cada vez que hablo de Roberto Ramos Alor antepongo los calificativos de inútil y bueno para nada. “Son ofensivos y deberías disculparte con el funcionario”, me dijo. Lo haría si en efecto lo ofendiera porque la ofensa no va conmigo. Pero este no es el caso ya que al expresarme de esa manera lo estoy calificando. Ese sujeto es un inútil y bueno para nada en el desempeño de su encargo y lo será hasta que demuestre lo contrario.

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