Esta postura dejó en la orfandad a miles de maestros disidentes que, bajo la bandera de echar abajo la mal llamada Reforma Educativa, se agruparon en islas, sin siglas ni caudillos. Finalmente ganaron la batalla cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador le dio el golpe de muerte en el Congreso Federal. Hoy, en un marco diferente, ya sin el PRI ni el PAN, el SNTE furtivamente asoma la cabeza. Su hipócrita mimetismo camaleónico lo hace pasar como un sindicato moreno. Su secretario se hace pasar como un verdadero apóstol de la democracia y como un prócer que siempre luchó a favor de los derechos de los maestros.
Sin embargo, Alfonso Cepeda Salas trae en la frente la marca de Caín, la marca de los mentirosos y traidores. Por esa razón no se atreve a pasar por el riguroso escrutinio de las urnas, sabe que los maestros le cobrarían la factura y lo mandarían directamente tras el camino de su antecesor. Sin embargo, tal pareciera que existe una fuerza superior que lo ha frenado, la amenaza del coronavirus ha hecho que se adelanten las vacaciones de semana y, por lo tanto, tenga la certeza que su calendario de renovaciones seccionales, por la de clara y yema, se tendrá que detener.