Cuitláhuac prefiere devolver el dinero
Carlos Jesús Rodríguez Rodríguez / SI HAY profesiones o actividades que se ha desvirtuado en México (y el mundo), víctimas, en muchos casos, de la corrupción que terminó por avasallarlas, estas son, sin duda, el periodismo y la religión, los primeros desfigurados, sea cierto o no, desde la mismísima Presidencia de la República, que al acusar a los grandes consorcios de saqueadores del pasado, arrastra a todos en esa sentencia, en tanto, los segundos por la nefasta actitud de algunos clérigos sin vocación que terminaron presas de la corrupción y bajos instintos, agrediendo sexualmente a menores a quienes los padres les confiaban por ser lo más cercano al Ser Supremo. Hombres sin fe ni vocación que hicieron de la carne una de las debilidades en el caso de algunos sacerdotes, no todos por fortuna, y supuestos tunde teclas que sin tener la aptitud o inspiración suficientes encontraron en el periodismo una veta para obtener recursos, esto es, usando redes sociales como Facebook se convirtieron en periodistas, y con un supuesto derecho que ser “informador” les otorgaba, desvirtuaron la profesión, la prostituyeron e hicieron pedazos al exigir cuotas económicas “si no quieres que te madre”, chantajeando con el garlito de soy periodista, como si ello te diera patente de corso. Ha sido un daño irreversible para los verdaderos medios de comunicación que cumplimos con obligaciones fiscales, ofrecemos empleos y pagamos servicios, el surgimiento de cualquier persona que apoyada en las redes apertura un nuevo medio, convirtiendo la escena periodística en un mar interminable de modernos comunicadores.
CIERTAMENTE, SE incurrió en excesos, alquiler de conciencia y hasta meretricio de la información, y acaso lo anterior sirvió de pretexto a los nuevos gobiernos para suspender la publicidad oficial, lo que ha sido malo para los medios pero, sin duda, desastroso para las administraciones que difícilmente pueden transmitir a la sociedad lo que hacen o lo poco que realizan. Los daños han sido cuantiosos para ambos entes, partiendo de aquella frase que no tiene desperdicio: “una buena lengua salva un pueblo, una mala lengua lo destruye”. Y es que todo lo que podamos expresar o externar a través de dichos instrumentos o medios son lo que vamos a obtener de respuesta. Sobre todo, la forma en cómo se transmite la noticia, pues dependiendo de ello será interpretada y aceptada o no.
SIN DUDA, el actual Gobierno del Estado carece de un buen aparato de comunicación que transmita lo poco o mucho que hace el titular, pues no posee mecanismos para contrarrestar, incluso, la crítica sobre todo si es infundada, pero el señor prefiere incurrir en subejercicio y devolver el dinero que era para difusión de obras de su administración antes que tener acuerdos con esos medios que, se quiera o no aceptar, podrían llegar hasta los gobernados que lo desee con el mensaje que la administración pretende transmitir. Cuitláhuac asumió un pleito gratuito con los medios azuzado por el Secretario de Gobierno que, de entrada, fue bautizado con un sobrenombre que le molesta, y que difícilmente podrá sacudirse por más que amenace, advierta o rechace cualquier asomo de publicidad. Y es que Eric Patrocinio Cisneros Burgos es una especie de consciencia del Gobernador ante la flojera de este último de pensar o determinar el destino de su Gobierno, y acaso por ello ha logrado imponer no solo a la Fiscala General del Estado, Verónica Hernández Giadáns sino a múltiples funcionarios en el DIF Estatal, mientras que García Jiménez evita la fatiga.
Y ES que la comunicación no es una variable independiente o aislada del desarrollo como lo proponen algunas visiones instrumentalistas de la modernidad (la comunicación por la comunicación misma), sino que por lo contrario, es un elemento central de éste, sin el cual no se puede alcanzar el crecimiento. En este sentido, tiene razón el periodista, profesor e investigador del Sistema Nacional de Investigadores –en donde ha sido galardonado con una membresía Nivel III y con el premio Nacional de Periodismo dos veces-, Javier Esteinou Madrid, cuando reflexionando sobre la relación que existe entre comunicación y desarrollo, sostiene que el crecimiento entendido como el mejoramiento general de los niveles económicos, políticos, culturales, psíquicos y espirituales de la vida de los individuos o de la población, a través de la satisfacción de sus necesidades básicas, es producto de un conjunto de factores y procesos sociales complejos, dentro de los cuales, el detonador de todos esos elementos es la adquisición de conciencia sobre las realidades o problemas que se tienen que resolver.
Y EL tema viene a colación porque de pronto hay una sociedad que desearía que los medios de comunicación desaparecieran, sobre todo aquéllos que critican a quienes consideran “Mesías” o salvadores del México actual, ignorando que para que se produzca un desarrollo material de la sociedad antes se requiere generar un previo crecimiento mental de la misma. De lo contrario, no existen condiciones apropiadas para la gestación del desarrollo. Y es que el desenvolvimiento de los individuos, comunidades o de un país, parte de la evolución de su intelecto y no de la multiplicación acumulada de simples acciones materiales, y en ellos los medios de comunicación juegan un papel determinante porque transmiten lo necesario.
RESPECTO A la institución llamada Clero, entendida ésta como todas las iglesias, el asunto rebasó a la religión católica para enfocarse en otras creencias como la que difunde la llamada Iglesia de la Luz del Mundo cuyo líder, Naasón Joaquín García, ya cumple 277 días en la cárcel sin derecho a fianza ni a una audiencia preliminar, acusado de los presuntos delitos de tráfico de personas y violación de menores. Naasón Joaquín, de 50 años, y sus cómplices deben responder por 26 cargos penales en su contra, aunque él solo está mencionado directamente en 14, donde se detallan una serie de acusaciones perturbadoras que involucran a tres niñas y una mujer. Pero uno se pregunta: ¿Qué pasó con un hombre que se consideraba el Apóstol de Jesucristo? Es innegable que la religión implica un vínculo entre el hombre y Dios o los dioses, pues de acuerdo a sus creencias y preparación académica, la persona regirá su comportamiento según una cierta moral e incurrirá en determinados ritos, sin embargo, a fuerza de ser considerado un ministro religioso fuera de este mundo, un clérigo termina por creérselo con las consecuencias ya descritas y, lo peor, es que hace víctimas a quienes debería salvar. Así las cosas en religión y periodismo. OPINA [email protected]
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