Esta mañana en la ciudad chicharronera de Banderilla, varios maestros fueron citados por la maestra Miriam López Cruz. Al menos ese es el informe que nos hacen llegar a nuestra redacción. ¿Que quién es esta docente? Pues se trata de la eterna suspirante para ocupar la silla de Mario Hernández Sánchez, secretario general de la Sección 56 del SNTE en Veracruz. Miriam López Cruz es protegida del ahora morenista Rafael Ochoa Guzmán, ella misma dice que es la coordinadora estatal de Maestros por México, cuando todos los maestros saben que el madamás de esta agrupación en Veracruz se llama Cirilo Salas, miembro de la estructura nacional y gente muy querida por la poderosa maestra Elba Esther Gordillo.
Sin embargo, después de la salida de su mentor, la adjunta a la delegación regional de Coatepec, se ha quedado en la orfandad política. Nadie de la estructura nacional le da su apoyo. Y es que la gran mayoría de los jorocones del nacional se identifican con el proyecto político de Redes Sociales Progresistas, mientras Miriam López Cruz se deja querer por Morena, como lo muestran las fotografías donde aparece muy acaramelada de Ana Miriam Ferráez, diputada de Morena que a duras penas sabe leer, y del imberbe e inexperto gobernador veracruzano, Cuitláhuac García Jiménez.
Y es que el desconocimiento de la ley se hace evidente, para muestra basta un botón: resulta que Miriam López Cruz, en su discurso de bienvenida, invitó a los pocos maestros que hicieron acto de presencia a impugnar, en caso de ya salgan las convocatorias de la 32 y la 56 del SNTE en el estado. La neófita maestra pidió a los presentes a impugnar ante el Tribunal Federal de Conciliación y Arbitraje dichas convocatorias, pidió también impugnar las asambleas delegacionales e impedir que se realicen.
¡Por favor!, que alguien le diga que, en primer lugar, se estaría en contra de la ley al impedir que se realice una asamblea, dos, que en el estatuto vigente para impugnar una asamblea, primero se tiene que realizar, según el artículo 283 del estatuto. A esta maestra le pasa, como aquellos que se peleaban por ponerle precios a las aceitunas, cuando ni siquiera las habían sembrado. ¡De que los hay, los hay!
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