Edgar Hernández*
¡Esta columna no se publicará el próximo lunes en solidaridad con el paro de las mujeres de México!
En Veracruz, su gente, a lo largo de los últimos 500 años, se ha caracterizado por ser guerrera, de prohombres y valientes mujeres que han ofrendado su sangre por la independencia y libertad.
Veracruz ha luchado contra las invasiones extranjeras, contra los afanes imperialistas y los gobiernos espurios. Ha sido asimismo sede del gobierno trashumante de Juárez, cuna de la democracia y cimiente de la Independencia y Revolución.
¿Qué más?
Veracruz siempre ha sido fiel a la democracia y respetuosa y solidaria con los movimientos sociales que han llamado al cambio.
Acaso por ello cuando llega la propuesta de Morena de fundar la 4Transformación para poner fin a la corrupción, acabar con la criminalidad y ungir a un líder social como Presidente de México, se entrega con todo.
Veracruz acepta incluso experimentar con un novato, Cuitláhuac García, quien su máximo galardón había sido ser payaso-animador de los mítines políticos del Partido de la Revolución Democrática, un hombre gris, transparente por el cual podías –y creo que aun con todo y su investidura- atravesar sin darte cuenta de su existencia.
La presencia histórica de Veracruz ha sido, por tanto, definitoria en la balanza democrática al constituirse en la tercera reserva electoral y entregar al proyecto de Morena dos millones de votos para López Obrador y 1.6 millones para Cuitláhuac.
A la vuelta de 15 meses, sin embargo, Veracruz no ha tenido más remedio que dar la espalda a quienes prometieron el cambio entregando demagogia, despotismo y corrupción.
La impreparación de los morenos ya hechos gobierno, el nepotismo y sus magros resultados con la misma magia que Veracruz los ungió se apresta a desaparecerlos.
Las marchas universitarias de ayer en Poza Rica, Minatitlán y la capital Xalapa, que reunieron a miles de jóvenes en perfecto orden y absoluta solidaridad con el movimiento estudiantil de Puebla que ayer mismo reunión a más de 60 mil muchachos de 80 universidades, son el nuevo despertar.
Al repudio de Morena y su indolente gobierno se ha sumado el rechazo manifiesto de las redes sociales y la opinión pública manifiesta a través de los medios de comunicación.
Estamos viviendo, como en su tiempo alertó Jesús Reyes Heroles, el riesgo de despertar al México bronco. Ese que no mide circunstancias ni está dispuesto a aceptar más humillaciones.
El México bronco se hace manifiesto con el rechazo a la violencia de género y la inseguridad pública resultante de las alianzas con el crimen organizado, pero sustantivamente como síntoma del hartazgo a meses de instalado el gobierno y a la parálisis económica, social y política en que nos ha sumido el Peje y su banda.
Veracruz nunca ha sido un pueblo dormido, menos conformista.
A Morena y sus gobernantes les pasa como aquel que olvida la historia y no tiene más que volver a vivirla y los veracruzanos, por más humildes e impreparados, no le pasa de largo la imbecilidad manifiesta en la forma de gobernar.
Tampoco el estancamiento de planes y programas y muchísimo menos las transas que al final del día resultaron peor, por los toscas, que las realizadas por gobiernos anteriores.
Observemos por tanto lo sucedido ayer jueves 5 de marzo con la movilización universitaria acompañada del pueblo de manera pacífica y ordenada.
¿Es acaso el equivalente al Movimiento del 68 que surgió de una disputa estudiantil que terminó con el derrumbe del autoritarismo?
Algo está pasando en México.
No dejemos de observar lo que se sucederá tras la marcha y manifestaciones del próximo domingo en el marco del Día Internacional de la Mujer.
Observemos lo que sucederá cuando el próximo lunes cuando millones de mujeres paralicen la república de cara a un aparente desdén pejista.
Observemos, solo observemos al México bronco que está despertando.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo
Comentarios