Ahued, el presentable

Ricardo Ahued Bardahuil FOTO: ESPECIAL
- en Opinión

Sergio González Levet / Después de tantas pifias en la elección de sus colaboradores, el presidente Andrés Manuel López Obrador se siente cada día más satisfecho de haber puesto en la administración de Aduanas a Ricardo Ahued Bardahuil, porque le ha respondido con trabajo, con honorabilidad, con orden y sobre todo con discreción.

Sumados tantos personajes impresentables que ha metido al equipo -con Manuel Bartlett como el modelito más representativo de la incongruencia entre la oferta de honestidad y la presencia de pillos redomados en el gabinete legal y el ampliado-, AMLO ya no ve lo duro, sino lo tupido por los señalamientos que le endereza día a día la prensa seria y profesional que ha logrado sobrevivir a los vientos huracanados de Morena y a la intolerancia hacia la crítica que manifiestan el actual gobierno y su cabeza.

Y en ese sentido, Ahued ha significado un oasis, un mar de la serenidad. Pidió licencia al Senado, dejó que su suplente, Ernesto Pérez Astorga, llegara libremente al escaño y que continuara su buen trabajo en el Congreso, y se presentó en Aduanas para tomar posesión y de inmediato imponer un estricto orden administrativo, del que se encargan profesionales distinguidos y experimentados, a prueba de fuego contra la corrupción, como la licenciada Patricia Ortega Pardo.

El Presidente agradece todos los días que de parte de esa sensible área del Gobierno federal no haya escándalos sino trabajo y más trabajo; que su flamante titular no haya caído nunca en declaraciones o hechos inconvenientes; que la nota, cuando la hay, sea por resultados positivos y no por actos sospechosistas; que todo vaya marchando sobre ruedas y derecho en la anteriormente corrupta administración de los cobros por el derecho de importaciones y exportaciones en el país.

Nimbado por su aura de hombre honesto, el Senador con licencia por Veracruz empeñó su capital político sin chistar ante la orden de su jefe, y no se arredró ante la perspectiva de quedar fuera de la jugada por la sucesión en su estado, como de inmediato circularon la idea en algunos medios sus competidoras y competidores por la silla mayor de Veracruz.

Dio así Ricardo Ahued una muestra de su lealtad y su obediencia ante el interés mayor del Gobierno de la República, cosa que muchos allegados y muy cercanos, enquistados en la gloria del poder, no han hecho ni harían. Está convertido así en un peón importante del Palacio Nacional, y cumple a cabalidad su encargo, sabiendo que puede ser recompensado con una promoción en el futuro… o no, porque la ambición del poder no es el combustible que mueve su trabajo, sino su genuina decisión de ayudar al proyecto de la Cuarta Transformación.

Por eso el presidente López Obrador está tan contento con su Administrador de Aduanas y se lo demuestra con muestras de confianza y de afecto.

Y por eso otros se preocupan y le mandan obuses que nomás no dañan su prestigio; un prestigio ganado a conciencia.

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