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Tres gramos de madre

Jorge Flores Martínez / Puedo comprender que se intente argumentar las razones por las que no hay crecimiento en la economía de nuestro país, y cualquier cosa que expongan puede que solo se trate de una maroma para justificar al presidente, pero está bien, hay que debatir qué es más importante, crecer o distribuir mejor la riqueza.

Podemos argumentar la importancia de la seguridad energética y la conveniencia de dejar a un lado la producción de energías renovables y limpias para apostar todo por una refinería en Dos Bocas con un PEMEX como baluarte de la soberanía nacional, aun con mis dudas de que sea el petróleo y no las personas las que representen la soberanía nacional.

Aun sin evidencia técnica, puedo aceptar discutir de un aeropuerto que era autofinanciado y que contaba con un avance de más del 30% y que por medio de una consulta publica amañada a modo y sin el menor rigor de un marco legal democrático, fuera cancelado a un costo de miles de millones de dólares para construir uno en Santa Lucía sin proyecto ejecutivo ni estudios o viabilidades.

Nos podemos sentar a hablar durante horas del fracaso de la estrategia de “Abrazos y no balazos” de nuestro presidente y el pésimo precedente para el Estado mexicano que significó el “culiacanazo”.

Sin el menor problema discutir la improvisación terrible en materia de política migratoria que representó primero recibir a los migrantes con mariachis y dinero y después, a ordenes de Trump, desplegar a más de la mitad de la recién creada Guardia Nacional a nuestra frontera Sur para evitar su ingreso en vez de protegernos de la inclemente violencia que sufrimos.

De mala gana, pero con la mejor disposición, puedo hablar de la supuesta rifa del avión presidencial por una demagógica idea de austeridad y el desprecio de la Residencia Oficial de Los Pinos para irse a vivir a Palacio Nacional que es una joya del patrimonio cultural de los mexicanos.

Puedo escuchar con atención toda la corrupción del sexenio de Calderón y el silencio de impunidad que representa no mencionar ni con la más tímida declaración al de Peña Nieto.

Cualquier tema se puede dialogar o intentar hablar de forma normal, no se trata de conceder gratuitamente, todos tenemos que tener claro que nadie es dueño de la verdad absoluta y siempre existen matices, aristas de razón o verdades que se pueden argumentar con alguna justificación medianamente aceptable.

De verdad, puedo hablar de lo que quieran, menos de los niños con cáncer sin medicamentos. Justificar que los niños mueran porque a un político no le importa o simplemente no está dentro de sus esferas de interés atenderlos, es un acto mezquino y miserable.

Reducir que el dolor y desesperación de los padres de estos niños es una manipulación para afectar la imagen del presidente es más de lo que se puede aceptar como una simple convicción partidista o lealtad política al presidente. Justificar que niños puedan morir por falta de tratamiento es ser miserable, es no tener madre.

Por eso deberían pensarlo dos veces y tener aunque sea tres gramos de madre antes de intentar justificar lo injustificable.

No se trata de pelearnos como mexicanos por todo, pero si es indispensable trazar los límites de lo que debe ser inaceptable para todos.

Recuerden, al que se le aplaude por ser mezquino y miserable acaba por exigir que nosotros mismos seamos mezquinos y miserables con los que él considera sus enemigos.

Es un camino de un solo sentido, no vale la pena transitarlo.

Mejor hay que exigir que aunque sea tengan tres gramos de madre.

Y eso que dejé sin mencionar la criminalización que hicieron de la familia LeBaron y del Poeta Javier Sicilia así como de diversas ONG’s. De verdad, son cosas que nomás no deberíamos aceptar por ningún motivo. No hay forma de justificarlo sin ser miserable y mezquino.

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