Sergio González Levet / El asunto de la rifa del avión que ha traído en las últimas semanas el presidente López Obrador, es tan frívolo que cuesta en verdad referirse a él sin terminar cayendo en la broma más o menos inteligente, o en el chiste revelador.
No por nada aparecieron de inmediato en las redes miles de memes sobre el mentado sorteo, que haría o hará la Lotería Nacional. Todas esas bromas o burlas reflejaron el profundo ingenio del mexicano y la falta de seriedad con que AMLO ha tratado el tema, pues se ha permitido incluso reír pública y estentóreamente al recordar algunos de los más graciosos.
Pero que el jefe del Poder Ejecutivo de la nación haya soltado tal idea y la esté presentando como una solución viable para la complicadísima venta del aparato resulta en verdad preocupante. Y no es en realidad una verdadera salida, o no es la más adecuada, ni mucho menos.
Primero, sería bueno que el Gobierno de la República diera a conocer las condiciones en las que fue pactada la compra del enorme Boeing, porque pudiera ser que haya sido un contrato tipo leasing, una especie de renta, y que el avión no pertenezca todavía al patrimonio de la nación, con lo que sería legalmente imposible venderlo.
Segundo, el hecho de que seis millones de mexicanos aporten 500 pesos cada uno, con la compra de otros tantos cachitos de la lotería, es una forma de hacer pagar nuevamente al pueblo bueno y honrado este gasto que ya se hizo o se está haciendo con dineros públicos, es decir, de los ciudadanos.
Tercero, resulta una verdadera testarudez llevar adelante ese sorteo que desembocaría en que un mexicano se verá de pronto con la bronca que tiene todo el gobierno del país- ¿Cómo vendería él el avión? ¿Dónde lo estacionaría? ¿Cómo pagaría el carísimo mantenimiento?
Cuarto, las acciones del Gobierno deben estar sustentadas en ideas inteligentes, en soluciones razonables. Y deben tener un cariz de seriedad, que es el que define a un gobierno respetable y capaz. Qué pena que la seriedad de nuestro presidente esté en entredicho y que sus ocurrencias -la del avión rifado, con ser la más espectacular, no es la única que mueve a risa- anden en boca de todo el mundo.
México ha sido una nación que ha sido respetable a lo largo de su historia y en el último año ha ido perdiendo velozmente esa calidad que tanto trabajo y tantos años costó forjar.
Con esas noticias que surgen cotidianamente de las conferencias mañaneras, cabe el peligro de que Nicolás Maduro y su pajarito que le habla terminen cediéndonos su primerísimo lugar en la ignominia mundial.
Ojalá que algún día escuchemos que la prudencia llegó al Palacio mayor de los mexicanos, y el asunto del avión malbaratado en una rifita pase al anecdotario olvidable de la historia patria.
Ojalá.
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