Veronica, la fiscal espuria y Guadalupe, “La Jefa” de los Zetas, son parte de una “familia muégano”; en el sur nadie cree los de los 30 años de no verse

Verónica Hernández Giadáns y Guadalupe Hernández Hérviz, La Jefa FOTO: WEB
- en Carrusel, Opinión

Armando Ortiz / Son muchos los sectores de la sociedad los que piden la salida de Verónica Hernández Giadáns de la Fiscalía; muchos los que no pueden entender como una persona que tiene parientes Zetas puede impartir justicia en el estado de Veracruz. Verónica Hernández Giadáns dice de manera muy correcta que ella no es responsable de las acciones de sus familiares, pues ella sólo se hace responsable de lo que haga, “de mis actos y de mis palabras”. Para deslindarse de su prima Guadalupe Hernández Hervis, “La Jefa”, la fiscal espuria asegura que tiene 30 años que no tiene trato con ella. Sin embargo, varios residentes del sur de Veracruz se pusieron en contacto con Libertad bajo Palabra para asegurarnos que eso es mentira. “Ellos son una familia muégano”; “son una bola de rateros”; “sigan la pista de su hermano, es un ladrón con notaria”; “además recuerde que ella se metió con Fernando García Barna, que era un hombre casado”. Por cierto, ¿y qué es una familia muégano? Buscando en internet leemos: “Se conocen como ‘familias muégano’ a aquellas que toman el tiempo para compartir, no sólo actividades, sino para acompañarse aún en la distancia”. Es revelador el reportaje de Ignacio Carvajal, quien señala que el padre de Veronica la fiscal espuria y de Guadalupe, “La Jefa” de los Zetas, iniciaron empresas juntos. De modo que la gente del sur de Veracruz sabe que Verónica y Guadalupe se veían con mucha regularidad.

El tramposo cae al “Pozos”; y ahora la embestida es contra quien le hizo la pregunta incómoda a la fiscal espuria

Dicen algunos que la pregunta que hiciera el diputado José Manuel Pozos, expresidente del Congreso de Veracruz, a la fiscal espuria, tenía como propósito desarmar cualquier intento de incriminarla. Comentan que Pozos debía preguntar si Guadalupe Hernández Hervis era prima de Verónica Hernández Giadáns. La respuesta ya estaba preparada, por cierto, muy bien redactada: “No voy a negar un parentesco; a la familia no se le elige, afortunadamente, a los amigos sí; pero ni por los amigos ni por la familia puedo yo responder, yo sólo soy responsable de lo que haga, de mis actos y de mis palabras”. En ese momento debían sonar los aplausos grabados y los vivas a la honestidad temeraria de la fiscal espuria. Pero lo que hubo fue silencio; pocos podían creer lo que acababan de escuchar. Verónica Hernández Giadáns reconoció su vínculo con los Zetas. Si esa era la jugada, entonces el tiro les salió por la culata. Por cierto, ¿de quién fue la gran idea? Den el nombre de esa luminaria que supuso que reconocer el parentesco con una operadora de los Zetas los libraría de cualquier cuestionamiento. Ahora el objetivo es José Manuel Pozos, quien en algún momento aspiro a ser secretario de Gobierno. Ya ven, no entienden que en estas lides de la política “el tramposo cae al Pozos”.

El silencio ignominioso del padre Solalinde; se tambalea su calidad moral

El último mensaje de reclamo que hiciera el padre Alejandro Solalinde en Twitter es el siguiente, fechado el 3 de enero: «El crimen de Reino Unido contra el periodista Julian Assange, en complicidad con EU y Australia, muestran su nula calidad moral. Asesinos. Exigimos su inmediata liberación. Este crimen los llenará de vergüenza ante la historia. El mundo los condena». Dice el padre, «muestran su nula calidad moral». Los centroamericanos están sentados, esperando un mensaje del padre reclamando el trato que el gobierno de López Obrador les está dando. Las escenas que se vieran en los últimos días, de cómo trata la Guardia Nacional a los migrantes que intentan cruzar la frontera de México para llegar a los Estados Unidos, son más que evidentes. Existe una represión, un esfuerzo del gobierno mexicano por quedar bien con el presidente Trump, quien ha amenazado a nuestro país con imponer aranceles a los productos mexicanos si no se hace nada por detener las caravanas de migrantes. Pero el padre guarda silencio, no dice nada como sí dijo en los tiempos de Felipe Calderón, en los tiempos de Peña Nieto, sexenio en que su persona se cargó de una fuerza moral enorme. Pero ahora, cuando ya se habla de tú con el poder, ¿por qué guarda silencio? Cierto, nadie desdeña el trabajo anterior que realizara. Sin embargo, hay algo que se llama congruencia y que se espera de una persona que tiene efectiva calidad moral. En todo caso, si sigue guardando silencio su calidad moral quedará nula.

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