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Y la salud, ¿cuándo?

Sergio González Levet / La salud es algo muy caro, carísimo. Lo es tanto, que lo único que cuesta más que ella es una enfermedad, sobre todo si es crónica.

Y es lo más crucial que tiene que ofrecer un gobierno a su pueblo. La educación es importante, sin ella echamos a perder nuestra vida; pero sin salud, perdemos nuestra vida. Es una diferencia pequeña pero importantísima tener una mala vida a no tenerla del todo, estarán de acuerdo conmigo la lógica lectora y el incipiente lector.

Así, conseguir que el pueblo tenga una buena salud debiera ser la mejor preocupación y la principal ocupación de un gobierno que quiera hacer bien las cosas.

Tal vez por eso el Gobierno federal de Andrés Manuel López Obrador se apresuró a imponer el Instituto de Salud del Bienestar (conocido por su acrónimo de Insabi) y en sus prisas se llevó entre las patas los servicios que medio funcionaban del Seguro Popular, y cuando digo esto me refiero a que cuando menos se conservaba con vida, precaria y todo, a los pacientes víctimas de enfermedades crónicas, lo que dejó de suceder porque los nuevos administradores morenistas se hicieron bolas con la compra de medicamentos y con los cobros de cuotas de un servicio que se había anunciado como gratuito. Pero ésta es otra historia…

De regreso a la importancia crucial de la salud, puedo decir que a pesar de esta verdad inconmensurable, el mensurable Gobernador de Veracruz no le ha puesto el entusiasmo debido (ya de intelecto ni hablamos) al tema, y una forma de demostrarlo públicamente es con el señor que tiene al frente de la Secretaría de Salud.

No conozco físicamente al tal médico Roberto Ramos Alor, pero por las imágenes suyas que aparecen en los medios, no me queda claro si es un doctor vestido con bata de carnicero o un carnicero con bata de doctor.

Lo cierto es que este galeno oriundo de Coatzacoalcos ha sido duramente cuestionado por la sociedad veracruzana en general y rudamente cuestionado por los usuarios de los servicios públicos de salud del estado debido a su incapacidad, a su falta de sensibilidad y a sus desafortunadas declaraciones cada vez que abre la boca (el hombre habla, el burro rebuzna y el Secretario de Salud de Veracruz ramosalorea).

Muchos compañeros de los medios se preguntan cada vez con mayor extrañeza cuál es la razón por la que Cuitláhuac García Jiménez mantiene en su puesto al ¿doctor? Roberto, no obstante la multitud de pifias que ha cometido en desdoro de su administración estatal, pero sobre todo en contra de la salud pública de los veracruzanos, en particular de los más… humm… ¿pobres?, no… de los más jodidos.

No hay que rascarle mucho ni demostrar tanto para poder afirmar que el comportamiento profesional de este funcionario cuitlahuista deja mucho que desear, que su falta absoluta de habilidad para conducir el sistema estatal de salud es obvia y se convierte en un acto de corrupción, porque cobra por un trabajo que no sabe hacer.

Muchos, cada día más, esperamos una acción en favor de la salud de Veracruz, señor Gobernador.

¿Hasta cuándo?

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