Armando Ortiz / Malas noticias para el Colegio de Bachilleres de Veracruz. La diputada Érika Ayala ya está de arrastrada con el secretario de Gobierno, con tal de que le dejen tener todo el control del sindicato del Cobaev, lo que significa seguir regenteando a los aviadores institucionalizados, así como las famosas tarjetas en las que se depositan cada quincena decenas de miles de pesos. Ya el Partido Revolucionario Institucional había hecho un llamado de atención a la diputada por andar de edecán en las presentaciones del libro cuya autoría se adjudica Éric Cisneros. Ahora la diputada Érika Ayala es la que encabeza una iniciativa para que en caso de que el gobernador de Veracruz tenga que dejar el cargo por diversas razones, quien lo sustituya sea el secretario de Gobierno. A esta ley la han llamado la “Ley Cisneros”, pues para muchos es obvio que el secretario de Gobierno, conocido en los bajos mundos como el Bola 8, sabe de la enorme posibilidad de que el gobernador Cuitláhuac García, debido a sus dislates, tenga que ser relevado tan pronto cumpla dos años en el poder. La ramería política de Érika Ayala es más que evidente, se vende al mejor postor y presta sus atributos legislativos a aquel que le garantice impunidad y control en el Colegio de Bachilleres donde parece inamovible. ¿Y los trabajadores? Ellos le tienen miedo, con eso de que la llaman “La mujer de negro”.
La desaforada estulticia del gobernador viene revolucionada en 2020; dice que la actuación de la fiscal espuria es “sorprendente”
Nuevamente el gobernador de Veracruz da pruebas claras de su estulticia, esa cualidad que lo vuelve impertinente, irresponsable y a ratos desquiciado. A pesar de que la incidencia delictiva en Veracruz sigue al alza, el gobernador sigue viendo gigantes donde sólo hay molinos de viento. Señala el boletín que emana de su oficina de prensa: “Cuestionado sobre el desempeño de la fiscal general encargada de despacho, Verónica Hernández Giadáns, el Ejecutivo Estatal calificó su desempeño como ‘sorprendente’, al dar resultados inmediatos”. Semejante fragmento no requiere de ningún comentario. Pero la estulticia del gobernador no se queda en ese simple adjetivo desaforado, “sorprendente”, el gobernador agrega sobre la actuación de la fiscal espuria: “Yo lo que veo es una actuación incluso que nos sorprende, la verdad, hay algo importante que señalar, es mujer. La verdad que el que haya llegado una mujer que no pertenece a ningún grupo político ni tiene ninguna mancha ayudó mucho, pero el hecho también que sea mujer, ordenada, capaz y con una visión de procuración de justicia que no se había hecho y que de inmediato dio resultados. Hay detenidos, órdenes de aprehensión cumplimentadas al fin, y cambios por ejemplo en la unidad antisecuestro; sí hay un cambio y viene otra persona de México y de inmediato se hace lo que nosotros reclamábamos antes, que en la Fiscalía anterior estaba en un plan de negociación con los secuestradores“, concluyó. ¿Se requiere aportar algo para entender que la desaforada estulticia del gobernador viene revolucionada en este 2020?
El exhibicionismo barato de un sujeto en plena decadencia. Si te apellidas Noroña, no hagas visiones
Gerardo Fernández Noroña ha dejado de ser el diputado combatiente que alguna vez fue, para convertirse en el hazmerreir de las redes sociales. Antes Noroña fue repudiado por su incongruencia, pues a pesar de pregonar una austeridad republicana, el señor se da sus vueltas a cada rato a Las Vegas. Además de eso está la propuesta que hizo a los diputados de la 4T para que echaran coperacha para mantener a el depuesto presidente boliviano Evo Morales en México. Pero esto del #NoroñaChallenge fue el colmo. ¿A quién se le ocurre, con tanto odio que genera, sacarse una foto semidesnudo y subirla a las redes sociales? ¿Tantas ganas tenía de presumir que tomaba baños de agua fría en Nueva York? ¿Para qué? ¿Para bajarse la calentura y dejar de estar de onanista? La cantidad de memes que se han hecho con esa foto sólo es comparable con el asco que generó a muchos que podíamos vivir sin conocer las tetillas flácidas del diputado que en algún momento fue congruente y combativo. El exhibicionismo barato de un sujeto en plena decadencia.
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