En dicho expediente estaban los testimonios de decenas de personas que acusaban a Maciel de haber abusado de ellos cuando eran niños; abusos que se prolongaron por décadas entre los Legionarios de Cristo. Pero Ratzinger no prestó atención a las víctimas. Recientemente el periódico Washington Post publicó que el cardenal de Washington, Theodore McCarrick, acusado de actos de pederastia que duraron décadas, sobornó a Juan Pablo II y al papa Benedicto XVI.
A los dos papas y a otros funcionarios del Vaticano, Theodore McCarrick envió más de 600 mil dólares. Lo mismo hacía Marcial Maciel, quien era uno de los favoritos de Juan Pablo II. El actual papa Francisco ha condenado este tipo de conductas y ha actuado para que se investigue y se entregue a la justicia a quienes actuaron en contra de su propia feligresía.