Quienes están acostumbrados a recibir regalos y sienten el gozo de abrir los presentes para descubrir el obsequio, quizá piensen que la máxima bíblica no tiene sentido. El apóstol Pablo recordó a los discípulos de Jesús las palabras del Gran Maestro: “Hay más felicidad en dar que la que hay en recibir”. ¿Será eso cierto? Los seres humanos somos personas que podemos sentir gozo, alegría, felicidad. Las personas generosas comparten con otros esos momentos de gozo, de alegría, de felicidad.
Un buen libro lo recomendamos por el placer que nos causó su lectura; igual una buena película. Un recorrido por la tarde en el campo lo queremos compartir con alguien, porque ese sentimiento de empatía nos nace por las cosas buenas que podemos compartir. Esa empatía nos hace desear que los demás sientan el mismo gozo que nosotros tenemos cuando recibimos un obsequio y por ello, ese sentimiento de gozo, buscamos que lo sientan los demás.
Dar es más reconfortante que recibir, porque dar nos forma y sólo recibir sin dar nos deforma. En estas fiestas en las que se despiertan los mejores sentimientos, no estemos a la expectativa de los que nos den, antes bien, estemos dispuestos a dar. La Navidad, a muchos se les olvida, se celebra el nacimiento de Jesús, quien dio su vida por nosotros. El mismo Jesús lo dijo: “Nadie tiene mayor amor que este: que alguien entregue su alma a favor de sus amigos”. Por ello, en estas fiestas, practiquemos el dar, aunque claro, si nos toca recibir, aprendamos a dar las gracias también.
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