La capacidad de asombro de los veracruzanos desgraciadamente se está perdiendo; ver calles acordonadas por la policía ya es una estampa típica en el estado. Es cierto que se reúnen y que hacen sus estrategias, sin embargo, tal pareciera que todas fallan. Se observa a un gobernador desesperado, que ya no ve para cuándo soltar el arpa.
Y es que la presión para García Jiménez no es cualquier cosa, el pobre hombre tiene que lidiar con el fuego amigo de las inoperancias y falta de experiencia de su gabinete y, también, tiene que entregar resultados prontos e inmediatos al señor presidente. Y lo peor, su secretario de Gobierno no lo ayuda al 100 por ciento. Esa es parte de la historia del Cuic en Veracruz, quien desafortunadamente no se deja ayudar.