Aquí lo grave es que en su confesión Astrid reconociera que sabía a qué se dedicaba su novio Cristian. Sabía a qué se dedicaba y se arriesgó; afortunadamente sólo fue un susto para ella. Pero el drama no ha terminado, pues de los tres que fueron levantados falta Cristian, y vaya usted a saber si lo devuelvan, esperemos que sí, porque para escarmientos, el joven debió ya de entender el mensaje.
Todo esto pasa en un Veracruz seguro, que presume cifras bajas de homicidio y feminicidio. Todo esto pasa en un país que no entiende que los jóvenes no quieren sus becas de tres mil 600 pesos, que prefieren seguir en el negocio de las drogas que, aunque representa un gran riesgo, les da al mes 10 veces más que esa beca de Jóvenes Construyendo el Futuro.