A Andy Ruiz, después de que ganara el título mundial de los pesados, lo recibió hasta el presidente López Obrador. De repente se convirtió en una celebridad, pues había ganado un campeonato que nadie esperaba que ganara, y ante un rival que parecía imposible de derrotar.
La revancha se programó para unos cuantos meses, y mientras Anthony Joshua se preparó a consciencia, ganando masa muscular y entrenando todos los días, el mexicoamericano Andy Ruiz se fue de party; hasta el Canelo lo invitaba a sus bacanales y así mucha gente de la clase política, empresarial y de la farándula celebraron con Andy Ruiz ese campeonato.
Pero se llegó el día de la pelea y Andy Ruiz llegó no en la mejor forma. La pelea, desde un principio, la dominó el boxeador británico, no hubo mayores sobresaltos, no hubo espectacularidad, sólo se vio a un Andy Ruiz en el nivel en el que siempre debió estar: un peleador obeso que hace seis meses tuvo un golpe de suerte.
Pero el tiempo coloca a cada uno en el lugar que se merece y eso le pasó al fiestero peleador mexicoamericano; esperemos que vuelva a ganar para otra vez llamarlo mexicano.
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