Ramos Alor; ¿uno de los que pegará la carrera?

Xalapa, Ver. El secretario de Salud, Roberto Ramos Alor compareció ante diputados de la Comisión de Salud y Asistencia que preside la diputada Andrea Yunes Yunes FOTO: PATY BARRADAS/FOTOVER
- en Opinión

Bernardo Gutiérrez Parra / Xalapa, Ver. En contrapunto con las comparecencias de sus colegas que han sido tersas y cómodas, la del Secretario de Salud Roberto Ramos Alor resultó ríspida e incómoda. Y no fue para menos; el funcionario es considerado el peor titular de esa dependencia en la historia de Veracruz.

Un curandero de Catemaco haría un mejor trabajo si estuviera en lugar de este sujeto” me dijo un asistente al Congreso y creo que tiene razón.

Minutos antes de sentarse frente a los diputados Ramos Alor pasó a que lo ramearan. Una vez libre de las malas vibras hizo su entrada al salón del Congreso vistiendo un traje azul marino de tres piezas, corbata café con ribetes guinda, camisa blanca, zapatos de dos colores (al estilo de los fabulosos veinte) y un coqueto adorno cerca de la solapa izquierda del saco.

Para no variar don Roberto le echó la culpa a los de atrás de los males que padece el sector Salud. Dijo que el gobierno de Miguel Ángel Yunes Linares dejó almacenes llenos de medicamentos caducos y antirretrovirales que los infectados de VIH necesitaban y pedían a gritos. “Y ese Gobierno traidor explicaba que no había, cuando nosotros encontramos en nuestros almacenes medicamentos tan costosos y difíciles de adquirir caducados”.

Esto es una falacia grande como la ineptitud del funcionario. De ser verdad, el gobierno estatal tendría los argumentos que anda buscando para entambar a Yunes Linares acusado incluso por crímenes de lesa humanidad.

Sobre la epidemia del dengue le echó la culpa a quienes tienen sus patios llenos de trebejos que son caldo de cultivo para la proliferación del mosco y por consiguiente de la enfermedad.

Gente que pretende descalificar a este gobierno hizo todo un circo para denostar y demostrar incapacidad, pero ahí están los datos”, dijo.

¿Circo? ¿Le parecen un circo más de 8 mil infectados y más de veinte muertes que se pudieron evitar si no hubieran corrido al personal de vectores y los insecticidas hubiesen estado a tiempo? Porque esos son los datos.

Pero le entramos con toda responsabilidad al problema y ahí estuvieron las acciones” indicó.

Esto es falso. La Secretaría de Salud le entró tarde al problema porque no hubo fumigación preventiva y se comenzó a fumigar cuando el dengue ya causaba estragos en todo el estado. Que no venga con cuentos el señor secretario.

Más adelante aseguró que actualmente se cuenta con un abasto de medicamentos del 74 por ciento y la noticia es buena pero es otra falacia. El abasto en las clínicas y hospitales regionales ronda en el 30 por ciento si no es que en menos y el funcionario lo sabe.

Por todo lo anterior y mucho más, Ramos Alor debe salir del gabinete de Cuitláhuac García y cuando antes lo haga será mejor. La dependencia a su cargo apesta a corrupción y malos manejos. En agosto de este año trabajadores de la Jurisdicción Sanitaria número XI y del hospital regional de Coatzacoalcos denunciaron corrupción, nepotismo y un millonario desvío de recursos. Y este es sólo uno de varios señalamientos.

El mismo señor secretario está embarrado en la presunta compra fraudulenta de medicamentos que se realizó a principios de la presente administración.

Ramos Alor ha mostrado una manifiesta incapacidad para ocupar uno de los cargos más relevantes de cualquier administración pública. Será muy pintoresco y buena onda pero nomás no la hace como titular de Salud. Moverlo cuando antes evitará dolores de cabeza al gobierno estatal y al mismo funcionario.

Pero si se empeñan en sostenerlo, aguas.

Si en el 2024 llega a la gubernatura un candidato de oposición o si el próximo gobernador es el morenista Ricardo Ahued, es muy seguro que uno de los primeros en pegar la carrera, es decir, en salir huyendo para salvar el pellejo de las acusaciones penales que se le vendrán encima sea Roberto Ramos Alor.

Conste que se avisa con cinco años de anticipación.

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