Como ya se había advertido, la glosa del Primer Informe de Gobierno de Veracruz se ha convertido en un ejercicio donde la mentira se ha privilegiado sobre la verdad, donde los encargados de despacho han acudido a echarle la culpa al pasado y a deslindarse del presente. Eso es lo que ha hecho el secretario de Salud, Roberto Ramos Alor, quien llegó planteando un panorama de cómo había recibido los servicios de salud en Veracruz. Expuso un panorama desastroso, le echó la culpa a la administración anterior, y de esa manera pretendió ocultar su negligencia, ineficacia e incapacidad.
El diputado Bingen Rementería le dejó en claro que él no acudía al Congreso a explicar la situación de como encontraron las cosas cuando llegaron, «usted vino a decirnos las cosas que ha hecho desde que llegó, y no lo ha hecho». Así, otros diputados le expusieron a Ramos Alor, por si acaso lo desconocía, las diferentes crisis de salud por las que el estado de Veracruz ha pasado, entre estas, las más graves, el desabasto de medicamentos para el cáncer, la interrupción de las hemodiálisis, así como la crisis del dengue en Veracruz que sigue vigente y que ya ha cobrado varias vidas.
Ramos Alor trata de defenderse “como gato panza arriba”, pero su discurso coloquial, bonachón, de cantina, tiene muy incomodos a los diputados de oposición, que se están dando cuenta de la ignorancia de un sujeto que cree que, como trae siempre puesta la bata blanca, pues eso lo hace doctor; habría que recordarle que los peluqueros también se ponen batas blancas y que muchos de ellos podrían responder con más inteligencia que él. Por cierto, de nada le sirvió la limpia que le hicieron antes de su comparecencia. Lo bruto no se quita ni yendo a bailar a Chalma.
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