Sin embargo, varios políticos vieron la oportunidad de granjearse la voluntad de los maestros, abanderando las causas del MMPV, entre ellos el propio Ejecutivo estatal, quien desde inicio comenzó a negociar en lo oscurito con Zenyazen Escobar, un maestro de origen humilde quien en sus años mozos se ganaba unos cuantos pesos menando las caderas a los parroquianos. De entrada, se le dio una diputación plurinominal, donde por cierto no hizo nada relevante salvo tomar el Congreso con un grupo de feos y regordetes exestrípers.
Poco después, cuando su aliado y amigo llega a la gubernatura, y muy a pesar de las críticas de los medios y de connotados académicos e intelectuales, Cuitláhuac García lo unge como secretario de educación; una verdadera afrenta para una sociedad académica y cuna de grandes pedagogos. Desde luego que, al llegar el famoso exbailarín, se rodearía de gente que le cuide las espaldas, no importando si tuvieran preparación o llenaran el perfil para el puesto.
Llegan sujetos de dudosa reputación y otros improvisados como Adrián Mota Montoya, Maritza Ramírez Aguilar, Gustavo Cadena Carrasco, Lilian Cuevas Franco, Moisés Pérez Domínguez, Gilberto Corro Feria, Angélica Pineda Pérez, María Teresa Díaz Carretero, Nayeli Teresa Zaldívar Sobrevilla, Judith de la Luz Carvallo Domínguez, Ricardo Pérez García, Celerino Bautista Luis, Wulfrano Rodríguez Oseguera.
Algunos de sus allegados corren con más suerte y de carambola llegan al Congreso Local, como Víctor Vargas Barrientos y Wenceslao González Martínez. Gente que simula formar parte de la Cuarta Transformación, pero que su estilo de vida dice lo contrario. Lo cierto es que el MMPV fue el trampolín para Zenyazen Escobar y su pandilla de amigos.