Durante muchas décadas, en las escuelas mexicanas predominó el dicho de que «la letra con sangre entra». Es más, los propios padres daban un cheque en blanco a los maestros para que éstos tomaran las medidas y correcciones disciplinarias correspondientes con sus hijos. Estas medidas incluían reglazos en las manos, jalones de patillas, sentadillas y orejas de burro. No obstante, con la creación de organismos defensores de los derechos humanos y con una cultura contra el bullying, estas prácticas quedaron obsoletas.
Con el impulso de la Nueva Escuela Mexicana, la SEP busca garantizar el «cuidado cariñoso y sensible a niños de cero a cinco años cumplidos» y aplicará a nivel nacional el programa de Visitas a Hogares para verificar que los menores vivan en ambientes armoniosos, con familias que generan una dinámica positiva para su desarrollo. Sin embargo, algunos docentes se pasan por alto estas recomendaciones y siguen violentando los derechos de los niños.
Hay imágenes en internet de algunas guarderías y de colegios de preescolar donde se golpea a pequeños. Por esa razón, la semana pasada, la SEP envió al Senado de la República la Estrategia Nacional de Atención a la Primera Infancia, en la cual participarán distintas dependencias federales y todos los gobiernos estatales y municipales. Así que si un maestro sigue aferrado a las prácticas violatorias tenga por seguro que tarde o temprano tendrá que asumir las consecuencias.
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