En primer lugar, no existe la tan mentada honestidad que tanto pregona Cuitláhuac García. Y no existe porque cada uno de los secretarios de despacho ha demostrado que su afán es mentir, encubrir, robar, corromper, sacar provecho del cargo. Así lo demostró Eleazar Guerrero quien en un acto de pulcra honestidad colocó a decenas de familiares en puestos clave del Gobierno estatal; los nombres están en cada dependencia. También demostró deshonestidad Zenyazen Escobar, y aunque pudiéramos irnos a sus primeros días como secretario de Educación, en las últimas semanas el affaire “Pepsi” mostró su codicioso rostro. Mintió diciendo que no había tal convenio y se le demostró que sí lo había.
Igualmente, Ramos Alor en Salud ha mentido y ha gozado del nepotismo, tomando ejemplo del propio gobernador. La crisis del dengue, el desabasto de medicinas para el cáncer y el tema de las hemodiálisis son ejemplos de asuntos que no logró resolver. En Seguridad Pública Hugo Gutiérrez Maldonado hizo gala de ineficiencia. No pudo con el crimen, porque no traía estrategia, sólo quería sentirse un policía de esos que salen en las series televisivas, quizá como Magnum o El Pantera.
Pero resultó ser el Patrullero 777; así de cantinflesco se le veía en los operativos. Por cierto, algunos medios y funcionarios del actual gobierno suben mensajes de ese Veracruz que sólo Cuitláhuac García ve en su imaginación. Los usuarios de redes sociales se han encargado de aterrizarlos, señalando las graves faltas y fallas que tiene este gobierno.
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