Las encuestas coinciden, la segunda quincena de octubre, junto con la primera de noviembre fueron fatales para la popularidad del presidente Andrés Manuel López Obrador. El 17 de octubre se dio el caso de el fallido operativo para aprehender a Ovidio Guzmán, hijo del Chapo Guzmán. El mal manejo informativo, así como las contradicciones que se dieran, pero sobre todo el hecho de que se liberara al narcotraficante afectó la precepción positiva que se tenía del primer mandatario.
Tres semanas después el asesinato de nueve miembros de la familia LeBarón, tres mujeres y seis niños, afectó todavía más la popularidad del presidente. De hecho, muchos de los que pensaban que la estrategia contra la delincuencia y la inseguridad era la adecuada, empezaron a tener dudas. Fueron casi 10 puntos porcentuales los que bajó en aprobación en un mes el presidente de México. De tal modo que llega con un 58 por ciento de aprobación en promedio a su Primer Informe de Gobierno.
Cabe mencionar que Felipe Calderón llegó a su Primer Informe con una aprobación del 66 por ciento; el archienemigo de AMLO llegó a su Primer Informe con un 70 por ciento de aprobación. Si López Obrador fuera sensato se detendría a pensar en qué es lo que está pasando. Pero no lo hará, porque él tiene otros datos.
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