En su ponencia, el ponente recalcó que, en muchas ocasiones, el que está dañado no es el alumno sino el propio docente, ya que regularmente éste no sabe cómo separar el ámbito familiar del contexto laboral, ocasionando que los problemas del docente afecten su desarrollo frente a sus alumnos. En muchas ocasiones, los alumnos son víctimas de un ente amargado y frustrado.
Sin embargo, el doctor Ortiz enfatizó la necesidad de que el docente regularmente sea evaluado no sólo en sus capacidades pedagógicas, aclarando que sólo sea de manera diagnóstica, sino que se evalúe su capacidad y estabilidad emocional, todo con el fin de que el docente sea apoyado con información y con sugerencias precisas para poder desempeñar mejor su trabajo.