Ya no le busquen y dejen de responsabilizar al presidente por la liberación de Ovidio Guzmán López, hijo de Joaquín el Chapo Guzmán. El que libró a Ovidio fue el Santo Niño de Atocha, del que el narcotraficante es muy devoto. Si usted se fija bien, en la foto que le tomaron a Ovidio Guzmán ese jueves 17 de octubre que lo detuvieron, se advierte que de su cuello cuelga un escapulario del Santo Niño de Atocha. De acuerdo con la hagiografía de este santo, se dice que cuando en España los moros tomaron a muchos prisioneros, no dejaban que nadie visitara a los presos a no ser que fuesen los niños.
En una de esas prisiones, cuando los presos oraron mucho por ayuda, de repente apareció un niño con una canasta y un báculo que les llevaba de comer. Comieron hasta hartarse, pero vieron que la canasta no se vaciaba.
El niño iba vestido con un sombrero de ala y capa de peregrino y es muy venerado por los delincuentes, tanto que Pablo Escobar era devoto de él, aunque a Pablo no lo libró de la muerte. De modo que ya dejen de culpar a AMLO de la liberación de Ovidio y háganse devotos del milagroso Santo Niño de Atocha, igual un día requieran de sus milagros.
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