Imagine usted señor chairo que el presidente hubiera sido Felipe Calderón o Enrique Peña Nieto. En este momento Andrés Manuel López Obrador estaría pidiendo la cabeza, al menos, del secretario de Seguridad o del secretario de la Defensa. El 14 de julio de 2015, dos días después que escapó el Chapo Guzmán del penal del Altiplano, López Obrador exigió la renuncia de todo el Gabinete de Seguridad, en todo caso se pensaría de complicidad al más alto nivel.
Pero ahora, el respalda la decisión del Gabinete de Seguridad, o quizá el Gabinete de Seguridad tuvo que respaldar la decisión del presidente y soltaron a Ovidio Guzmán. En su conferencia de prensa mañanera el presidente argumenta que esto fue para proteger a la ciudadanía, para evitar una masacre. Cierto es que de manera inédita el Cártel de Sinaloa dio una muestra contundente de mucho del poder que tienen.
El Cártel de Sinaloa es un ejército, un verdadero ejército con las armas suficientes como para sitiar a una ciudad a pesar del Ejército Mexicano, a pesar de la Guardia Nacional. Ellos cerraron los puntos de acceso de la ciudad. Nadie salía, nadie entraba de Culiacán. Al final el gobierno cedió y liberó a Ovidio Guzmán. La receta está en la mesa, El Mencho atento aprende la lección. El día que lo localicen o lo detengan, basta con desplegar el ejército y sitiar una ciudad para que lo liberen. ¡El narco tiene el control! A pesar de ello los chairos, excitados por su presidente, lo defienden en su sinrazón.
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