Nunca más un sindicato magisterial entreguista y de Estado. La relación adulterina entre el sindicato y el gobierno impidió que los derechos laborales se fortalecieran. Fomentó que los líderes sindicales se enriquecieran a costillas de los agremiados. Era común y emblemático que el presidente en turno les brindara la oportunidad de que los líderes charros se codearan con el Ejecutivo federal. Era un rito de origen priista, que imitó muy bien el PAN. Si los líderes querían seguir disfrutando de la jauja y de la bonanza, era necesario mostrar disciplina partidista, que más bien era sometimiento abyecto y enfermizo.
Con los vientos de la 4T, los líderes sindicales tendrán que probar su valía, ya que la nueva ley laboral obligará a los líderes a que renueven su presencia ante la base, o de plano, a que les toquen la retirada. Es otra manera de gobernar y otra forma de conducir el destino de los sindicatos.
De ello depende que se cumpla la promesa de democratizar los sindicatos y de cumplir la promesa con los sindicalizados. No hay de otra, de aquí en adelante las bases serán que determinarán el futuro de los dirigentes sindicales. Así que más les vale que en verdad defiendan los derechos de los trabajadores y dejen de simular que lo hacen, si no lo hacen, será mejor que vayan preparando sus maletas.
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