Los egresados normalistas, se han sacado la rifa del tigre, sobre sus hombros recaerá la responsabilidad de elevar la calidad educativa en el país. Los ojos de los medios de comunicación y de los detractores de la Cuarta Transformación sólo buscarán pretexto para denostarlos. Ante esta situación, la Secretaría de Educación Pública (SEP) deberá contar con los programas para fortalecer la enseñanza normalista.
Se deberá tener rigor y disciplina en la formación docente que compondrá la plantilla laboral de las escuelas normales. Si los maestros están bien preparados, los egresados normalistas podrán contar con las herramientas para asumir el reto que se les está otorgando.
El Gobierno Federal deberá tener cuidado en no vender falsas ilusiones a las nuevas generaciones de maestros normalistas, también éstos deberán tener en cuenta que la Federación hará uso de ellos para satisfacer las necesidades en los lugares más apartados. Por otro lado, en las metas que se ponga el Gobierno Federal, deberá de tomar en cuenta el rezago histórico en las zonas más marginadas.
Elevar la calidad educativa no será una tarea fácil, el compromiso no es sólo de una institución. Se tendrá que hacer una alianza productiva con sindicatos, padres de familia y sociedad en general. Es cierto que los egresados normalistas tendrán mano en esta titánica tarea, sin embargo, la labor será de todos.
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