Sin embargo, algunos analistas cuestionan a los patrocinadores de esta joven de 16 años que son a quienes en realidad Greta debería dirigir sus reclamos: «A Greta la han relacionado ya con magnates como el sueco Ingmar Rentzhog, gran representante del capitalismo verde y su cadena de multinacionales ecológicas, quien ha financiado los lobbies de Thumberg, y con George Soros, la 60 persona más rica del mundo y uno de quien mueve los hilos de los estilos de vida mundiales».
Pero también con trasnacionales como BMW, la familia real de Mónaco y un Banco Suizo. Greta requiere de ese patrocinio para convertirse de un día a otro en la figura política mundial que está sacudiendo las consciencias de las personas en redes sociales. Pero su discurso, a pesar de la fuerza, la determinación y legitimidad, sigue siendo pura demagogia, ese discurso que apela más a las emociones que a la razón.
Como Greta han surgido otros líderes, líderes como Teresa de Calcuta que se prestaron a encubrir corrupción y genocidio en países tercermundistas; ahora sale a la luz también el fraude que representaba Rigoberta Menchú. Esperemos que Greta Thunberg no termine en eso.