Cuando los encargados del lavado escucharon el disparo pensaron que un compresor de aire había explotado y llamaron a los servicios de emergencia. Cuando los servicios de emergencia llegaron se dieron cuenta que un menor de 13 años tenía un arma 9 milímetros en la mano, el arma con la que había matado a su amigo de 17 años.
No se puede hablar de un descuido por parte del hombre que llevó el auto al lavado porque, aunque olvidó su arma, los menores no debieron manipularla; sin embargo, será difícil que a un menor de 13 años le puedan imputar la muerte de su amigo, porque no hubo intención de matarlo. Todo fue causa de un accidente, una serie de eventos desafortunados.