Cuitláhuac García Jiménez, una de las promesas de la Cuarta Transformación, resultó ser una quimera. Ningún gobernador de las filas morenistas, ha recibido tanto apoyo del presidente y ningún otro ha cometido tantos yerros que merezcan el repudio de la propia sociedad que gobierna. Y es que apartando y dejando lado las preferencias políticas, a García Jiménez se le observa inconforme, tal pareciera que quisiera que le quitaran la carga que lleva encima. Se le ve incompetente y frustrado.
Lo que es peor, cuando quiere dar sus explicaciones, se asemeja al actor Samy Pérez, quien hiciera famoso Eugenio Derbez. El resbalón que tuvo para justificarla muerte de conocida dentista de la ciudad de Coatepec se debería enmarcar como monumento a la insensibilidad gubernamental. Ahora bien, si alguien es honesto consigo mismo y alcanza a reconocer sus debilidades y limitaciones, pues debería rodearse de gente competente, que le ayude con la honrosa tarea de gobernar.
Sin embargo, se dejó llevar por sus vísceras y por sus pasiones, y eso sin contar que mucha gente le fue impuesta desde arriba, como el odioso que tiene despachando como secretario de Gobierno. Siendo honestos y realistas, Veracruz es un estado en crisis, donde predomina la violencia e inseguridad.
Es un estado donde no hay turismo de verdad; un estado donde la educación la dirige un sujeto que se vendía al mejor postor en ropa interior; un estado donde el secretario de Salud, no está preparado para combatir el dengue; un estado donde el secretario de Seguridad brilla por ausencia de resultados, en otras palabras, Veracruz es un estado ingobernable para Cuitláhuac García Jiménez.
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