«En todo el estado se presenta saldo blanco con incidentes menores y en Xalapa fue que una bengala no tomó la altura suficiente y cayó encendida al suelo». Después de lo que se vivió en Xalapa la noche del 15 de septiembre, las palabras de Cuitláhuac García, gobernador de Veracruz, caen como jugo de limón en los ojos de las personas que vivieran la terrible experiencia de ver a sus hijos lastimados por los fuegos artificiales que no cayeron en el suelo, como quiere hacer creer el gobernador, sino que cayeron sobre las personas, porque había personas sobre el suelo señor gobernador y de no ser porque algunos reaccionaron, los fuegos artificiales pudieron haber caído sobre una persona.
Sin embargo, sí hubo lesionados, algunos reportaron 18, otros 14, pero hubo lesionados y no deberían haber lesionados. Pero hubo también una persona muerta, un infartado que podrán argumentar los apologistas del gobierno que murió porque ya le tocaba, porque algún día tendría que morir.
Las imágenes que los oportunos fotógrafos y los videos que circulan en los medios informativos y las redes sociales muestran cómo la tragedia pudo ser mayor. De modo que Cuitláhuac García miente, como ya es su costumbre, y ofende a los lesionados y a los deudos cuando pretende minimizar, con su torpe verborrea, una tragedia que se pudo haber evitado.
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