Filiberto Vargas Rodríguez /
Prefacio.
Joaquín Guzmán Avilés no dejó lugar a dudas: Sergio Hernández Hernández dejará la coordinación de la bancada del PAN, y la razón fue categórica: “Partió al Grupo y eso no puede suceder; el Coordinador tiene la encomienda de sumar, de unir y sobre todo, de fortalecer al grupo”. *** La designación del coordinador de la bancada panista es potestad del dirigente estatal de ese partido, y una vez que se dieron a conocer los resultados oficiales del proceso interno realizado el pasado domingo, en su calidad de vencedor, Joaquín Guzmán Avilés está anticipando algunos de los ajustes que realizará en ese organismo político. *** Para nadie era un secreto que el futuro político de Sergio Hernández dependía, única y exclusivamente, de la suerte de su jefe, padrino y amigo, José de Jesús Mancha. *** Mientras Pepe Mancha se mantuvo al frente del PAN, la principal fuente de recursos para su peculio (el del dirigente panista) fue el Congreso del Estado, especialmente en la LXIV Legislatura, cuando la bancada panista era mayoría y se apropió –pasando por encima de acuerdos políticos- de la Presidencia de la Junta de Coordinación Política. *** Y así como perdió la coordinación de la bancada, con seguridad perderá la posibilidad de ser candidato panista a la alcaldía de Xalapa, lo que era su sueño. Él presume que tiene a los consejeros municipales para evitar que la arrebaten esa posición, pero no tiene blindaje contra una eventual alianza partidista. *** Le toca, ahora, picar piedra y buscar el respaldo de la nueva dirigencia. ¿Será capaz?
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Fue el 24 de julio del 2018.
En este mismo espacio se publicó lo siguiente:
“¡Pasa porque pasa, así tengamos que pisotear la Constitución! Esa fue la consigna y diputados panistas y perredistas la cumplieron al pie de la letra. La noche del martes, una evidente minoría legislativa “aprobó” la imposición del segundo “fiscal-carnal” de Miguel Ángel Yunes Linares. Marcos Even Torres, quien se desempeñaba como visitador general de la Fiscalía General del Estado, bajo las órdenes de Jorge Winckler, fue impuesto en el cargo de Fiscal Anticorrupcíón”.
El texto –es obvio- adquiere especial relevancia hoy, cuando ese sujeto (Marcos Even Torres) que fue impuesto por la mayoría que conformaban el PAN y el PRD en la LXIV Legislatura, envía un comunicado “a la sociedad veracruzana”, desde algún escondrijo porque sabe y lo admite, pesa una orden de aprehensión en su contra.
Dice que no ha abandonado su cargo, pero sugiere que, ante el temor de ser aprehendido, decide no presentarse a su oficina. O sea que pretende dirigir la Fiscalía Anticorrupción “a distancia”.
En su texto, de apenas una cuartilla, Marcos Even Torres afirma:
“Creo en el Estado de Derecho y en sus instituciones, quebrantarlo realizando o creando actos falsos e ilegales, sólo significaría el descrédito ante la sociedad veracruzana tan vilipendiada”.
En julio del año pasado, al referirme al desaseado procedimiento para imponerlo en ese cargo, escribí:
“La instrucción al Presidente de la Junta de Coordinación Política fue, sin embargo, muy clara: ‘Ese nombramiento pasa, porque pasa, así tengas que llevar el procedimiento a los extremos’. Y así lo hizo. Luego de al menos cuatro recesos -tras los cuales panistas y perredistas mantenían su propuesta de que fuera Marcos Even Torres, mientras que los grupos opositores insistían en que no fuera ninguno de los propuestos- se optó por ignorar a los legisaldores del PRI, Morena y Juntos por Veracruz, reanudar la sesión sin ellos y ratificar el nombramiento ‘con la totalidad de los legisladores presentes’. ¡Pero sólo eran 26! ¡Con esos! Como alguien comentó: Si hace poco siete diputados legitimaron el nombramiento de un gobernador, 26 legisladores son más que suficientes para imponer al Fiscal Anticorrupción”.
¿Quiere Marcos Even Torres más descrédito que ese?
Dos perlas más de su misiva:
“No pertenezco a ningún partido político y en mi ejercicio profesional siempre he hecho lo que es correcto, justo y legal, no tendría porque (sic) romper con una actitud de vida, y lo más importante, nada he hecho ni haré que hiera o afecte a mi familia”.
Ocho de noviembre de ese mismo 2018. Se da a la luz la grabación de una conversación entre Marcos Even torres (en su calidad de Fiscal Anticorrupción) y el abogado Rodolfo Reus, representante representante de Arturo Bermúdez Zurita. En esa conversación se hace evidente que el jurista busca hacer valer un acuerdo reparatorio que el Gobernador Miguel Ángel Yunes le había ofrecido para sobreseer o extinguir tres de las cuatro causas penales por delitos del fuero común que enfrentaba Arturo Bermúdez, determinación que la Fiscalía debería tomar a cambio de la entrega de propiedades atribuidas al ex secretario de seguridad pública.
Otro fragmento de su carta:
“El autoritarismo y soberbia no deben ser ni son cualidades del verdadero gobernante. Transitemos por el marco de la legalidad y demos de cara a la historia un ejemplo de civilidad política”.
El chiste se cuenta solo. Si ese discurso lo hubiera pronunciado en julio del año pasado, hoy sería merecedor de los más altos reconocimientos a su pulcritud y su coherencia. Reclamar hoy lo que ayer le sirvió para ocupar un cargo público, se llama cinismo.
Ese es Marcos Even Torres Zamudio, espurio fiscal anticorrupción, hoy prófugo de la justicia.
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Epílogo.
La salida de Gabriela Reva Hayón de la Oficialía Mayor de la Fiscalía General del Estado (FGE), era de esperarse. Verónica Hernández,a encargada del despacho, requiere que en esa posición estratégica opere alguien de toda su confianza. “Todo tiene un ciclo, y hasta ahí. Vamos a esperar, al día de hoy, lo único que puedo decir es que estamos preparando la entrega”, comentó Gabriela Reva. *** Ya lo había dicho, pero no había sido tan contundente. Cuestionado este martes sobre la posibilidad de que Lorenzo Antonio Portilla continúe al frente del Órgano de Fiscalización Superior (Orfis), el presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso loca, Juan Javier Gómez Cazarín, expresó: “¡Ni Dios lo quiera!”. ¿Así o más claro?
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