Sólo un tonto, un iluso o alguien que «no sabía en lo que se metía» podía esperar que con la salida de Jorge Winckler de la Fiscalía General del Estado acabarían los problemas en Veracruz. La inseguridad se ha enquistado en el estado como una enfermedad crónica; el remedio de la Guardia Nacional no está funcionando, porque la Guardia Nacional podrá atrapar a algunos delincuentes o presuntos delincuentes, pero las ganas de delinquir esa no se erradica tan fácilmente.
El día de ayer en Xalapa una persona fue ejecutada en los corredores de la unidad habitacional Agua Santa. Tres balazos le dieron, dos de ellos en la cabeza y aunque sobrevivió por unos minutos al ataque, finalmente murió en el hospital. En Poza Rica, Veracruz dos jóvenes, de 25 y 27 años fueron acribillados sobre la calle Abrahán Lincoln en la colonia 27 de septiembre.
Estos crímenes se suman a los de días anteriores en Las Choapas, Fortín de las Flores y Xalapa, donde las ejecuciones se siguen repitiendo. ¿Qué se tendrá que hacer en Veracruz? La misma Arquidiócesis de Xalapa señala que secuestros, extorsión y ejecuciones no cesan, antes bien los índices de delincuencia se elevan. ¿Será que con este gobierno sólo nos quedará encomendarnos a Dios?
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